martes, 14 de diciembre de 2010

Para C. y nuestra pequeña gran idiotez

 
"Dicen que la vida es como subir una montaña. La mayor parte del tiempo la pasamos poniendo un pie delante del otro. Nos perdemos, caemos, andamos en círculos. Y, en ocasiones, cada paso es una lucha. Hasta que llega el momento en que encontramos nuestro paso; cuando somos capaces de detenernos, respirar, mirar alrededor... ver lo lejos que hemos llegado y entender lo hermoso que es eso. Y súbitamente el aire brilla como una joya y el mundo se nos muestra en toda su belleza y nos llena un profundo sentimiento de gratitud por todo lo que tenemos y todo lo que somos. Dicen que la vida es como escalar una montaña: todos escalamos hacia la cima y lo que encontramos cuando llegamos allí, nadie puede adivinarlo." 
Being Erica
 

Hace mucho tiempo, cuando aún estaba en el colegio, me gustaba escribir historias que leían mis amigas. Eran historias bastante pobres, un poco patéticas al leerlas después de años, pero a ellas les gustaba leerlas y a mí escribirlas. Fue pasando el tiempo y cuando llegue a bachillerato con un folio doblado un montón de veces y un portaminas me dispuse a evadirme de la aburrida clase que estabamos teniendo.
Simplemente apareció la protagonista de mi historia con su vestido blanco rozando el borde del puente. Y durante unas horas no pude parar. Las dobleces del folio lo complicaban asique tuve que ir numerando las hojas para no perderme. Con una letra muy pequeña y un trazo muy fino de color gris, empezó a tomar forma la que ojalá algún día sea mi primera novela. Aquel día había una persona cerca de mí, la primera persona que intentó seguir el orden de lo que había escrito pese a lo complicado que era. Recuerdo de sobra que lo último que ponía era: Cae...
Igual que recuerdo eso, recuerdo que esa persona me animó a seguir escribiendo, más bien me pidió que siguiera haciéndolo. Como ya he dicho, ha pasado mucho tiempo. Ahora ya no está cerca de mí, la universidad y el tiempo nos han distanciado... Aun así, hoy he pensado: vale, no hablamos... pero es mi cumpleaños. Y justo me ha llegado un mensaje.

  
¿Por qué dejamos que el tiempo o la estupidez nos quite lo que teníamos? Una y otra vez nos arrebatan cosas que forman parte de nosotros, ¿no es suficiente con lo que nos quita la vida como para encima echarle una mano? Es agotador pensar todo lo que alejamos de nosotros a lo largo de los años. Los amigos a los que dejamos atrás, los momentos que parecemos no recordar, las risas absurdas que parecen no importar...
Pienso en las grandes historias que se supone que deben significar tanto.
Pienso en las enfermedades que nos quitan a quien queremos.
En las grandes discusiones sin solución.
En el odio forjado por una enorme mentira.
En la venganza.
El dolor.
El terror.
Pienso en verdaderos motivos que separan personas, motivos irremediables, dolorosos y ajenos a nuestro poder de decisión. ¿Por qué parecemos empeñados en fomentar nuestra propia angustia? ¿Por qué no simplemente dejamos que el agua siga su cauce? ¿Por qué olvidar lo que un día nos hizo ser mejores?

"- Como diría el Dr. Tom...
- El Dr. Tom no está aquí.
- Como diría el Dr. Tom: en la dificultad siempre podemos encontrar la oportunidad.
Da igual si fue real o no, lo que importa esque nunca olvidaré las lecciones que he aprendido,
las experiencias que he vivido. Que aunque todo me sea arrebatado, nunca podrán quitarme 
lo que soy. Si fue real o no, no impota, he cambiado... para siempre."
Being Erica

Cada día tenemos la oportunidad de ser mejores, de crecernos ante los desafíos de la vida. A cada segundo nuestros pensamientos se transforman sin parar. Ni siquiera cuando dormimos podemos estar completamente seguros de no estar convirtiéndonos en algo mejor... o, tal vez, peor.
Por un lado, podemos ignorar lo que la sonrisa que tenemos en nuestros recuerdos quiera volver a surgir, podemos dar de lado todos los pensamientos positivos sobre aquellos instantes... ¿pero de qué nos serviría?
Por otro lado, podemos guiarnos por cualquier ápice de malestar, podemos dejar salir al Mr. Hyde que se esconde en nosotros mientras somos el Doctor Jekyll, en un intento por ser mejores terminamos siendo una versión infame de nosotros mismos. ¿A quién es preferible darle el poder?
 

Hoy, era mi cumpleaños, pero no he sido feliz. No ha sido el "feliz cumpleaños" que todos me han deseado. Una persona muy importante para mí, ha decidido que me borraba del todo y para siempre de su vida. Para qué nos vamos a engañar, me apetece llorar.
Pero no lo he hecho, porque he tomado una decisión. Cuando he llegado a mi casa, mi hermano y su novia me han dado su regalo. Mi personaje favorito de mi película favorita en forma de Barbie de colección. La increíle Pink Lady, Rizzo, de Grease. Mientras luchaba con los plásticos que la tenían enganchada me he visto a mi misma diciendo: no, no, no, ¡pasa esta escena que la odio! Justo hoy me he dado cuenta de que habiendo perdido a quien ha decidido olvidarme, no puedo permitirme apartar a la que fue mi amiga, mi lectora aquel día, la que en su casa tantas veces puso Grease.
Ahora mi pequeña Rizzo me mira a través de sus gafas de sol, con su chaqueta de las Pink Ladies y su falda de tubo negra. Me mira y me dice: echas de menos ver Grease, echas de menos a tu amiga y echas de menos estar sentada en aquel pupitre verde olvidándote del profesor, concentrada tan solo en un pequeño cuadrado blanco que tan importante ha sido después.




  

Siempre he sido muy orgullosa, borde y cabezota como yo sola... pero hay una cosa que no puedo soportar y es pensar que me he comportado como una niña. Simplemente no soporto tener que ver a Frenchi en esa horrible escena, así que...

¿Pasamos esta escena?

  


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