miércoles, 25 de enero de 2012

"Dura mucho más la primavera al borde de tu espalda." Mi día de suerte, Marwan.

Estaba escuchando canciones de Luis Ramiro y Marwan, para variar, cuando me ha dado por querer buscar la letra de Mi día de suerte. He buscado y no la he encontrado, así que he decidido escribirla yo.
Me ha recordado que hace mucho tiempo que no escucho a Damien Rice... tal ves lleve tanto sin escucharlo porque sus canciones me ponen la piel de gallina... son de esas con las que lo único que puedes hacer es cerrar los ojos y sentir.
Recuerdo que la primera canción suya que oí fue The blower's daughter y pensé: Dios mío... tengo ganas de llorar y ni siquiera sé por qué. Y precisamente esa canción menciona Marwan en la suya... solo que diferente, en parte porque creo que nunca podrá versionarse, solo puede comentarse. La voz y la guitarra que hacen que te sientas como el protagonista de una macabra obra de amor en la que solo hay tristeza...


The blower's daughter, Damien Rice.


Así que es mejor que con el recuerdo de esta canción pensemos en positivo y soñemos o vivamos lo que dice su canción. Y que últimamente sonrío como una idiota con frases de algunas canciones...


Mi día de suerte, Marwan.

Me encontré toda la luz del sol entre tus piernas una madrugada.
Y temblé al sentir el vendaval de tus caderas aquella mañana.
Me acabe los restos de tristeza que en tu boca aun te quedaban
y compré para el viaje hacia el centro de tu alma todas las entradas.
Conseguí besarte y me hice un parque de atracciones dentro de tu falda.
Y trajiste un salvavidas cada vez que tu reías mis payasadas.
me limpié los ojos con el aire de tu boca cuando tu me hablabas 
y entendí que dura mucho más la primavera al borde de tu espalda.
Y Damian Rice, te cantó por mi:
“I can't take my eyes of you...”

Y así aprendí que la soledad es eso que termina cuando viene tu boca, 
cuando tú me decías "dónde pongo la ropa".
Olvidé mi nombre aquel domingo en que dijiste "acércate a mi cama"
y crucé la eternidad en un segundo al ver como desayunabas.
El teléfono se desmayo al ver que eras tú quien me llamaba
y ayudé a Cupido a llevarte hasta tu puerta un saco de manzanas.

Y Damian Rice ,te cantó por mi:
“I can't take my eyes of you...”
Y Damian Rice, te cantó por mi:
“I can't take my eyes of you...”



martes, 17 de enero de 2012

Deambulando por Ciudad Espanto

Podría hablar de muchas cosas que han pasado. Podría tirarme durante horas hablando de como ayer Ella volvió a mi vida sin avisar, de lo injusto que es que la gente decida cuando puede y cuando no estar cerca de ti. Pero no lo voy a hacer porque he decidido que durante dos años he sabido vivir con la idea de que me dejara como lo hizo, ahora soy distinta, y quiero creer que me merezco algo más que un "te he echado de menos" después de dos años sin hablarme.
Dicho esto, el otro día estuve hablando con mi amiga E. sobre el regalo que le hice a mi hermano por reyes. Se titula Cuaderno de tormentas, de David Rubín. Me lo leí y me pareció que es más profundo de lo que me pareció en principio. Recomiendo su lectura a todos aquellos que les guste ver en las cosas algo más de lo que son, los que vean en ciertos temas "oscuros" un aire de misterio y poesía que no te lo da cualquier género.
En especial me llamó la atención un fragmento, no sé exactamente por qué,solo sé que me hizo sentir eso que sientes cuando ves por primera vez una fotografía o un cuadro que te impresiona, esa sensación de ver un trasfondo más allá.

"A la sombra de los pilares del dolor se encuentra la plaza de los Cien mil Bosques Talados, toda ella construida -y en perpetuo crecimiento- con madera fantasma de bosques cercenados para convertirse en el papel donde imprimir las infinitas obras que jamás deberían haber sido creadas.
Preside su centro la única edificación de piedra del recinto: una gran estatua que antes fue mujer de carne y hueso.
Según reza una placa a sus pies, se trataba de Sansona Domínguez, la cual decidió a su llegada a la ciudad, transmutarse en piedra, para impermeabilizarse del dolor y los sentimientos que atacaban su carne.
Si con cuidado acercas tu oído a su rocosa superficie podrás percibir un ligero sonido, como de cristales rotos, y tras él, casi imperceptible, los gritos lejanos de la dama que habita tras la piedra, de Sansona Domínguez, la mujer estatua, la del corazón blindado."

Creo que este libro habla de todos nosotros y de nadie en particular. Todos somos buscadores de historias como el protagonista y todos somos habitantes de Ciudad Espanto. No puedo evitar ver reflejados aspectos de mi vida en algunos personajes, contener la respiración con algunas frases, soñar y recordar con escenas fantásticas que no son más que una metáfora de la realidad.

"Me topé con un fugaz acompañante que amenizó mi travesía por La Encrucijada de las Mil Caídas.
Se trataba de Augusto Madero, una marioneta que cansada de bailar siempre al seguro pero monocorde son dictado por el Gran Dios Titiritero, rompió sus ataduras y salió a recorrer mundo.
Desconoce los peligros que saldrán a su encuentro en su vagar sin rumbo, solo le preocupa avanzar, más rápido, cada vez más rápido, por miedo a que su pasado de cuerdas y dedos le bese la espalda.
Porque, según Augusto, ese es el único camino que está seguro de no querer recorrer."


¿Cuántos libros leemos que nos dejan indiferentes? Esta vez, lo he encontrado, al fin, un libro que me hace vibrar con cada frase y con su lúgubre y a la vez mezcla de colores, con su estética, sus ilustraciones tan raras como geniales, su historia, que es mi historia y la tuya y la de todos.


"Mientras descansaba pasó ante mi Elda de la Duermevela, una hermosa mujer que, no hacía mucho, había tomado la decisión de recorrer la Avenida Destino. Se construyó una máquina espacio-temporal y se lanzó a la aventura, no le asustan los peligros que puedan asaltarla, ni la idea de no llegar nunca al final de Destino, va armada con su mejor sonrisa, un pájaro que inventa cuentos solo para ella y sus ganas de abrazar tiempos nuevos. 
'¡Y que llueva!' -piensa Elda para sí- mientras los adoquines de la Avenida Destino se tornan alfombra roja a su paso."


Y de la misma forma que me enamoré del rincón creado por Carlos Ruiz Zafón en mi libro favorito, La sombra del viento, me descubro a mi misma resguardándome de la lluvia de Ciudad Espanto junto con el protagonista en el único sitio que puede igualar mis deseos utópicos al Cementerio de los libros olvidados, leyendo Cuaderno de Tormentas te resguardas por un segundo en La biblioteca de lo nunca escrito...

"un inmenso contenedor de obras jamás perpetradas, fruto del sueño y el delirio, cuyas estanterías están repletas de libros fantaseados, nunca plasmados en papel, un quiero y no puedo sin fin encuadernado en cuero de primera calidad."


..."un quiero y no puedo sin fin encuadernado en cuero"... y me da por pensar en las mil historias que han pasado por mi cabeza, todas las que están en papeleras del metro de Madrid o las que ni siquiera llegaron a rozar el papel. Pienso en lo que me hace sentir la gente en el metro o en el tren, esas miradas perdidas, esas mentes refugiadas en sus propios pensamientos, esa cantidad de historias por contar, de sueños por cumplir y de fatiga. Veo hombros caídos, veo miradas de soslayo, veo tristeza y veo besos. Me rodean historias que nadie cuenta, que todos ven y que mañana nadie recordará. Y pienso una y otra vez en todas esas frases garabateadas en papeles, en pañuelos, en mi propio brazo... y veo como se arrugan y caen al fondo oscuro de un contenedor o como se borra la tinta al frotar bajo el lavabo pensando que nunca escribiré nada que merezca la pena ser escrito... allí están todas, esperando, en La Biblioteca de lo Nunca Escrito. Allí está una parte de mi que nunca saldrá...
Y allí conocí a Doña Nadie: 
"La llaman Doña Nadie, y casi siempre llega tarde para detener a los malhechores, pero eso no la frena, pues está en su naturaleza velar por la felicidad inalcanzable y utópica. Se alimenta luchando contra sombras y dragones, combatiendo el infortunio y la desolación, pilares de la sociedad de Espanto. 
No le importa no vencer, ni los golpes que reciba, para Doña Nadie la única opción posible es la del combate, no rendirse nunca sea cual sea la adversidad. Dicen que sufrió tanto que ya no le tiene miedo a nada, a nada salvo a quedarse con los brazos cruzados ante el terrible destino al que esta ciudad cree verse abocada. 
Y no va a ceder."
Todos somos Doña Nadie, somos Augusto Madero, somos Argimiro Minotauro que aburrido del mundo se arrancó los ojos y eligió "como amante, la brisa en la cara, como amigos, el calor del sol y el frescor de la lluvia", todos hemos visto alguna Elpidia Lacuna que "cuentan que las calles que recorre son regaladas de sol, que la gente a su paso sonríe sin saber porqué", todos luchamos en Ciudad Espanto, un lugar de miserias, de humanidad desgastada por la vanidad, el dolor, la angustia, el estrés, la soberbia... Vivimos en cualquier ciudad, pero todas están en Espanto, es el lugar de los desheredados, de los corazones rotos, los sueños olvidados y las esperanzas perdidas. Es por donde todos hemos deambulado en algún momento de nuestra vida... y sino, lo haremos tarde o temprano. Es el más puro sentimiento humano, el miedo a todo y a nada, el quererlo todo y no luchar lo suficiente, el querer volar y no saber cómo.

Y entonces me encuentro al pasar una página... con la representación gráfica de algo que me acosa casi todas las noches, ese vacío momentáneo, el despertar brusco, la soledad, el abrazar a la almohada tras una pesadilla... Aquí está y se llama Mediasombra.

"Nació sin alma. En compensación a su carencia la Fortuna le otorgó la capacidad de invocar, cada noche, a un soñador, al cual le roba un fragmento de alma, para seguir existiendo.
De ahí dicen, viene la sensación de vacío temporal que le invade a uno cuando despierta de una pesadilla."

Yo solo quiero que esté ahí y me abrace cuando venga Mediasombra y que sin saberlo, solo por estar ahí, el monstruo no se lleve nada de mí y que al despertar no sienta que me han golpeado por dentro... que suspire sonría y me abrace a su cuerpo más fuerte.
Y así página tras página me topo con una historia de amor que no veía venir. Él solo buscaba historias que contar, ella tenía muchas cosas que quería olvidar. Ella le llevó al Mercado del pecado delator y él compró un amuleto para ella que "quien lo porta no deseará separarse jamás de la persona que se lo ha regalado, y eso es justamente lo que yo deseaba, no dejar de caminar con ella, seguir descubriendo nuevas maravillas que apuntar en mi cuaderno a su lado, que jamás suelte mi mano"...

"¡Surtió efecto! 


(...) Nos entregamos por fin a la pasión. 


(...) las caricias recorrían nuestros cuerpos con seguridad, como quien se conoce de toda una vida. 


(...) nos regalábamos el uno al otro. Cuanto más me enredaba en ella una extraña sensación me asaltaba...


(...) Y yo, recuperando el aliento, me maldije por volver a emborracharme, de nuevo, con el despiadado veneno del amor. Maldito y feliz, volví a abrochar mi camisa mientras ella me dedicaba la mejor de sus sonrisas." 


(...) "Y sin terciar ni una sola palabra más, me dedicó su espalda y se fue. Tan rápido como me había embriagado de ilusión, consiguió hacer añicos el castillo de naipes que era mi cordura."



(...) "La carcomida esponja que es mi corazón se contrajo hasta hacer daño por lo que vi al franquear la entrada... allí estaba ella, de nuevo, tan hermosa y desconcertante como la primera vez que la vi."



Y así palabra tras palabra descubro la terrible historia escondida detrás de sus besos, la tristeza de una chica guiada por Ciudad Espanto a un final impredecible.


"Mi cometido era hacerte vibrar de alegría, devolverte la esperanza y la fe en ti mismo, sustentar su cordura sobre un pilar (...) el pilar era yo." 


"Por suerte o desgracia, el amor había conseguido abrazarme antes que el recuerdo"

Leedlo, leedlo de todo corazón, porque, aunque puede que sea solo impresión mía, es un libro que aporta, que enseña, que ayuda a reflexionar, que satiriza el mundo de forma dura y en ocasiones cruel. Porque quiero ser todos ellos y no quiero ser ninguno. Quiero un amuleto como el suyo. Quiero ser Doña Nadie y Elda de la Duermevela. Y si tuviera que escoger una sola frase para definir lo que este libro me ha hecho sentir, no dudaría en escoger al anciano Tristán del Corazón Dorado, un hombre estatua rendido ante un amor que no podía tener:


"Cuando besos y caricias se tornan motivo de inquietud, lo mejor es guardarlos en los bolsillos hasta topar con mejor momento en el que devolverlos a la luz."


Gracias a David Rubín por esta pequeña obra de arte 
que te hace reflexionar, sentir y, lo más especial, 
callar cuando llegas al final con los ojos vidriosos sin nada que decir.




Para terminar, música maestro...


lunes, 9 de enero de 2012

La casualidad se puso el disfraz de una mariposa...

 Te he felicitado ya de mil maneras. Te he recordado momentos, te he hecho reír, llorar...
Nos hemos hecho regalos simbólicos, hemos viajado juntas...
No sé si fue el destino o la casualidad... pero aquí estamos, a un paso de hacer nuestro segundo viaje juntas, otra semana inolvidable como la de Holanda.
Un año más y seguimos como el primer día (bueno, como el segundo... porque eso de escondernos detrás de nuestros padres ya no queda bien).
Así que hoy, tu primer cumpleaños que pasamos separadas... no tengo palabras que dedicarte. Estás lejos y lloramos suficiente el otro día al despedirnos así que he pensado que puestos a ser simbólicos y emocionales nada mejor que:




Simplemente, una historia para dos vidas.

Te quiero B. 


Feliz 21 cumpleaños




Ni un solo cumpleaños más separadas,
¿prometido?

sábado, 7 de enero de 2012

Un minuto...


"Recuerdo que al llegar ni me miraste,
fui solo una más de cientos...
y sin embargo fueron tuyos los primeros voleteos."
Con las ganas, Zahara.



Hay cosas que no tienen razón de ser y, hoy por hoy, creo que son las emociones. En menos de un minuto nuestro cuerpo nos manda miles de señales que no alcanzamos a comprender.
Aparecen cuando menos te lo esperas, te llenan y eres incapaz de sacarlas de ti. Están ahí. Permanentemente. Pinchando. Provocando.
Quieren que hagamos, digamos o pensemos cosas y no podemos evitarlo. Es una orden interna que no hemos elegido.


"Durante algún tiempo esta elocuencia de los ojos,
más rápida y expresiva que la del lenguaje,
fue el único y discreto intérprete de nuestros deseos."
El satiricón, Petronio. 

Y ahí entra en juego lo de siempre, ¿es el destino el que elige por nosotros? ¿o es simple casualidad?
Puede que todo sea una cadena de acontecimientos que caen como piezas de dominó. A veces lo vemos venir, imparable... una tras otra las piezas van cayendo y se acercan cada vez más hasta llegar a donde nos encontramos.

"No sé qué acabó sucediendo,
solo sentí dentro dardos. 
Nuestra incómoda postura
se dilató en el espacio."
Con las ganas, Zahara.


Otras veces no somos conscientes de lo que sucede hasta que estamos metidos por completo en ello. Decidimos algo y el universo conspira para llevarnos la contraria. Y decimos cosas como "Fue culpa tuya... si no hubieras..." o "Claro... si es que era inevitable", "Yo no lo iba buscando...solo...sucedió."
Y despertamos con el paso de los días siempre buscando una figura en la cama que no está. Pisamos el suelo, el mundo real, para darnos cuenta de que ya sea el destino o la casualidad... nos odia.


"Ya pensaremos lo que hacer 
por si al final todo se acaba. 
Lo sé, será solo un momento y después...
tendremos que inventarnos qué hacer con tanta duda.
Tal vez no quede más remedio que arder
y convertir en humo la fe que nos desnuda.
Calmé las ganas de que me besaras...
Lo sé, Funambulista.


Quiero rodearme de otros tactos, otros olores, otras caricias. Y no puedo porque lo que busco está demasiado lejos. Y nos convertimos en emociones completamente intangibles, surrealistas, sin ningún tipo de lógica o explicación racional. Nos convertimos en víctimas de nuestra propia química, de nuestras conexiones neuronales, nuestras hormonas o nuestro corazón.


"Me has pillado dando vueltas al recuerdo,
contaminándome de soledad,
trazando un plan para querernos,
buscando fórmulas para escapar."
Cosas que no quise decirte, Funambulista.


Solo sé que no puede remediarse. No puedes encontrarle una explicación a que todo suceda a la velocidad de la luz. Unos tardan años en conocerse, otros en dos días sentimos que ya conocemos a la otra persona, aunque sea imposible, aunque jamás se cruzara una mirada.


Creo que esa es la emoción en la que se basa todo lo demás. La sensación de comodidad que te hace sonreír cuando te cogen la mano en el sofá o cuando te miran y ven algo que ni siquiera tú puedes ver en ti mismo.


Es ese extraño segundo en el que te descubres no queriendo decir adiós, no queriendo dar el último beso o mirar por última vez. Y llega ese escalofrío cuando esperas en el andén un metro que tarda en llegar y te planteas: ... si corro... aun podría cogerle y besarle una última vez. Pero no lo haces, no lo hice. Y creo que fue lo mejor... porque habría sido aun más difícil despedirse.


Ahora me pregunto cuál es el verdadero significado del Adiós que no quiere ser nombrado. Si no quieres despedirte... ¿Qué quiere decir? ¿que prefieres pasar frío en la calle a cambio de que te abrace sin soltarte durante horas? ¿o que te da miedo que después de despedirte te des cuenta de que todo ha sido algo efímero, pasajero, sin más trasfondo que el de un bonito recuerdo?


Lo peor es pensar: ¿soy tan típica como para soñar con historias que empiezan así? Pero vuelvo la vista atrás y le veo mirándome, ahí tumbados... después de haber tirado el colchón al suelo, sonriendo sin saber muy bien porqué.


Últimamente siento la necesidad de olvidar detalles y remarcar otros. Olvidar kilómetros, recordar besos. Olvidar tiempo, recordar miradas. Ojalá pudiéramos controlar el espacio tiempo, decidir dónde estar, con quién y por cuánto tiempo. No sé cómo se ve desde fuera o desde el otro punto de vista interno, solo puedo saber lo que yo vi, sentí y creí. Mis manos aun notan la forma de sus hombros, mis labios el tacto de los suyos y solo quiero pensar que aunque dije Adiós, no lo fue de verdad.


"Somos solo luz,
dos cobardes que no encuentran la manera,
dos idiotas que no saben cómo hacer
una vida con la vida que les queda.
No hicimos pie, y casi nos ahogamos sin saber qué hacer,
los dos nos abrazamos sin tenernos fe, 
sin tenerlo nada claro."
Solo luz, Funambulista.


¿A quién le importa lo que dices cuando lo que piensas no se corresponde? Digo Adiós y pienso No te vayas. Digo Adiós y pienso en cuándo repetir. Eso es todo, un enorme y absurdo bucle de despedidas que tienen sentido físico por la distancia, pero que no podría conseguir que lo tuvieran en el ámbito emocional.


Nunca se está realmente preparado para decir Adiós, así que hoy solo quiero recordar que le besé antes de coger el metro y que cuando leí "1 minuto" en el letrero de próximo tren... lo sentí como uno de los más largos de mi vida.


Un minuto para pensar, para mirar las vías y creer que la vida es tan compleja que no sabes cuándo vas a parar o si vas a descarrilar. Un minuto para salir corriendo por Madrid en busca de la promesa de que ese Adiós fuera un Hasta luego. Un minuto para sentarme en un banco saber que los trenes pasan, el tiempo siempre es el mismo y que las emociones no pueden ser controladas.


"Y será lo que quiera que tenga que ser
y será lo que quiero."
Doctor Desastre, Funambulista.


Un minuto para reflexionar si tres días son suficientes para tanta inquietud.


"Finjo que no sé y que no has sabido;
finjo que no me gusta estar contigo...
Y al perderme entre mis dedos
te recuerdo sin esfuerzo.
Me moriré de ganas de decirte...
que te voy a echar de menos..."
Con las ganas, Zahara.



Un minuto para saber que tres días son toda una vida.

martes, 3 de enero de 2012

De pequeña no tenía que pensar...

Después de tragarme una película pésima que resulta que ya había visto, pero no me he dado cuenta hasta casi el final... he decidido subirme a hacer trabajos como buena estudiante responsable y ligeramente agobiada, pero hoy no me centro. Será por lo mal que he dormido, por las pesadillas, por pensar demasiado o porque simplemente en vacaciones no me apetece hacer nada.
Hoy he estado de madraza con mi nuevo primito y he estado pensando... ¿cómo podemos pasar de ser inofensivos y adorables a ser cabezones, orgullosos, crueles, cobardes o imbéciles en general?
Le tenía ahí en mis brazos y ha sonreído. Simple. Él ha sonreído y un resorte automático ha saltado haciéndome sonreír a mí. Le balanceaba, bailaba con él, cantaba canciones de series que veía de pequeña y él seguía sonriendo y mirándome con sus ojitos azules.
Cambiamos tan rápido, no tenemos casi tiempo, disfrutamos tan poco y queremos tanto que una hora parece un minuto y un día se pasa volando.
Una mañana estás llorando porque tienes hambre, porque tienes frío o calor, porque no has dormido la siesta... porque Marco no encuentra a su madre, porque muere Mufasa... porque el colegio es cada día más difícil, porque los niños son crueles... porque nadie te entiende, porque te han roto el corazón, porque quieres más de lo que puedes conseguir, porque cada vez es más complicada la vida... porque tienes que terminar la carrera, encontrar trabajo y porque ya casi no tienes tiempo para pensar en ti mismo.
Y al día siguiente frenas en seco y gritas "¿Qué ha pasado? Si hace unas horas estaba bailando sobre los pies de mi padre, estaba jugando con mi casa de muñecas y mis Barbies le robaban el descapotable al Action Man.
¿Qué ha pasado? Si yo lo único que quería era subirme a la parte más alta del columpio de hierros amarillo con mi vestido de princesa, para tirarme gritando ¡Superman! ¿Cuándo ha cogido todo tanta velocidad? ¿Dónde está aquella muñeca que se convertía en magdalena si le levantabas la falda?¿Dónde está el señor Don Gato?¿Y los Fruitis?¿Y los Trotamúsicos? ¿Por qué sigo sabiéndome las canciones de los Pitufos maquinemos?"
Todo cambia, tan rápido que no te das cuenta del tiempo que ha pasado desde tu última sonrisa, no sabes cuándo fue la última vez que cantaste de manera inconsciente, qué sentiste en tu primer beso o que te apetecía comer hace tres días. Ya dijo Mafalda una vez: Que paren el mundo que yo me bajo. Nunca he estado tan de acuerdo como ahora. Hace menos de un mes que cumplí los 21 y aun tengo 10.
Y que si se va mi mejor amiga lejos lloraré como si fuera a luchar en la guerra, que si me rompen el corazón será como la primera vez, que si me dejas con niños pequeños jugaré como si tuviera su edad, que si volviera a ver aquel columpio amarillo que ya no existe me tiraría desde lo alto aunque me arañase las rodillas.
A día de hoy aun digo "Cuando sea mayor yo..." y pienso que hacer la croqueta en el césped es divertido. ¿Por qué entonces tenemos que cambiar? ¿Por qué tenemos que olvidarnos de nosotros mismos para convertirnos en... esto?¿Por qué no puedo tener cicatrices en las rodillas sin que me de vergüenza que me las vean? ¿Por qué si soy torpe la gente piensa que me pasa algo raro?
Yo que quise ser camarera en patines ahora no me acuerdo de cómo se patina. Yo que soñé con estudiar medicina casi me caigo redonda cuando mi padre se cortó un cacho de dedo. Yo que leía un libro sobre una niña majorette, tengo menos coordinación que un pato sin alas. ¿Cuándo fui olvidando todo? ¿Cuándo dejé de sentarme encima de la tripa de mi padre para ver la tele? ¿Cuándo dejé de pegarme con mi hermano?

¿Existe la readolescencia?