domingo, 23 de septiembre de 2012

Corto, medio, largo.

Bueno, este post lleva en borradores desde el mes pasado...


Existen muchos tipos de personas, muchas formas de ver la vida, muchas perspectivas de futuro. Yo estoy en el grupo de planificadores. Dicen que hay que vivir el día a día, pero ¿quién no se pierde de vez en cuando con ensoñaciones futuras?


La vida te puede cambiar los planes da igual el plazo que tengan. En cuestión de años puedes madurar y verlo todo diferente, en meses puedes haberte roto una pierna, en segundos puedes pasar de una sonrisa a la más absoluta preocupación.


Ayer me desperté a las siete menos veinticinco, aun no había amanecido. Desayuné, me puse música, cogí un libro y salí a la calle a tirar la basura y esperar el autobús para ir a trabajar. Estaba tan extrañamente animada que decidí andar cuesta arriba un buen tramo (bien lejos si señor) hasta otro autobús. Iba rápido, escuchando a Chuck Berry y sonriente.


Pensé que se me hacía raro ir por allí con pantalones cortos. Siempre me ha acomplejado ir enseñando carne por la vida. Pero últimamente eso ha cambiado bastante, estoy más cómoda conmigo misma y lo noto. El caso es, que allí estaba yo, con el bolso en el hombro derecho, un libro bajo el brazo izquierdo y paso firme con la música a todo trapo viendo como el sol empezaba a iluminar el cielo poquito a poco.


Al llegar a la parada me senté y encendí el móvil. Todo cambia en cuestión de segundos, ya lo hemos dicho... y así fue como ayer me cambió el día. Al encender el móvil tenía un mensaje corto, raro y ligeramente preocupante escrito una hora antes. Me pasé toda la mañana intentando contactar para ver qué había pasado. Fui a trabajar con el corazón en un puño, agobiada, asustada y con el pulso acelerado. Lo que había empezado como un día más alegre de lo normal se había nublado de golpe.


Y aunque todo el mundo me decía que no me asustara, que no pasaba nada, que tarde o temprano sabría algo... miles de imágenes se me pasaban por la cabeza y se me revolvía el estómago de ansiedad. Llegue a casa y no quise ni comer... y al fin supe lo que había pasado (y asalté la nevera). La preocupación seguía ahí, pero el alivio de saber que estaba bien me activó.


Volví a escuchar música, bailé por mi casa recogiendo la cocina, hice yoga, me pasé un rato echándome crema hidratante y pensando: "puf... menos mal que está bien, menos mal que solo ha sido un susto, menos mal, menos mal, menos mal".


Por eso odio la planificación a corto plazo. Decides un montón de cosas para innovar con alguien y los dos tenéis fiebre al día siguiente. Decides tener un día alegre y contento y se te da la vuelta en un minuto. Por eso me gusta ver las cosas a distancia, puedes imaginar, puedes soñar, puedes ilusionarte y cuando llegue el día ya tendrás otros planes a largo plazo que te ayuden a tener aspiraciones si los otro no se han cumplido.


En segundo de la ESO decidí que a los 25 años viviría con alguien, me casaría a los 26 y tendría mi primer hijo a los 27. Quería que me pidieran matrimonio en "Le bosc de les fades", en Barcelona. Y con el tiempo fui añadiendo cosas.


Quería que mi luna de miel fuera en Lucerna, Suiza. Montar en barquito por el enorme lago. Pasear abrigada hasta las cejas y jugar con la nieve de los Alpes.


Quería un precioso vestido de novia, con velo, zapatos de tacón y lencería perfecta. Quería que el Canon de Pachelbel fuera la marcha nupcial y que hubiera lirios comunes por todas partes salvo en mi ramo que sería de calas. Una boda sencilla con pocos invitados, al aire libre.


Quería una habitación con una cama de matrimoniode sábanas blancas, cabecero negro, paredes blancas, fotografías en blanco y negro enmarcadas en las paredes y un espejo de forja negro de pie.


Quería una habitación con un ventanal enorme con vistas a un jardín, con un escritorio de madera, paredes llenas de libros y sofás de orejas para leer.


Quería, quería, quería. No, quiero. Igual que quiero triunfar algún día sin necesidad de ser una celebridad conocida en todas partes. Triunfar por mis medios, por mis ideas, por mis ganas de conseguir lo que quiero. Quiero todo lo que quería cuando era niña, quiero lo mismo que quería cuando fui creciendo hasta ahora. Quiero que mi futuro sea feliz, bonito. Quiero viajar y conocer sitios nuevos. Quiero ver las pirámides mayas, conocer la cultura azteca, ver ruinas arqueológicas, ver la aurora boreal, acariciar un pingüino, aprender a bailar tangos.


Pero por encima de todo, quiero que alguien quiera un futuro así a mi lado. Y cambiar cosas como he ido cambiando estos años. Compartir, experimentar, ser sinceros y estar ahí siempre que se necesite un abrazo.



Futuro en presente.