domingo, 26 de junio de 2011

In Memoriam, Heath Ledger.

Esta tarde he visto Destino de caballero y para variar he sonreído durante toda la película porque salía Heath Ledger. Cuando se murió lo primero que pensé fue: no habrá más besos de película con él. Porque desde pequeña es lo que más he esperado al ver sus películas, incluso cuando ya las había visto veinte veces.
Por la noche han echado Casanova, llevaba sin verla desde los 14 años y al llegar al final no recordaba ya que había un beso bajo la lluvia. Eso me ha empujado a buscar en youtube los besos que más me han gustado de sus películas. Aunque no he podido poner el de Destino de Caballero, si que están los mejores de las otras. Quién hubiera sido actriz cuando él vivía.

 

Hoy va por Heath Ledger, que desde 2008 ya no está, pero que seguirá siendo el primer actor que consiguió enamorarme en el cine. Como no, alguien así tiene que participar en una de las citas perfectas como la que ya puse de Ted y Stella en Cómo conocí a vuestra madre. En este caso, la cita perfecta es en 10 Razones para odiarte, la primera película que vi con él como protagonista. Mi primer amor platónico.

La cita perfecta.


Tras una maratón de vídeos y películas de Heath Ledger...
solo me queda decir que echaré de menos emocionarme porque salía una nueva.
Echaré de menos que me sorprenda con interpretaciones como la del Joker en El caballero oscuro.
Echaré de menos la emoción de su actuación en El imaginario del doctor Parnassus.
Echaré de menos los momentos románticos o caballerescos.
Y echaré de menos llorar como lloro cuando veo Brokeback Mountain.

Gracias Heath por haberme dejado momentos para revivir en la pequeña pantalla, aunque no vaya a verlos en la grande nunca más.

lunes, 20 de junio de 2011

No nos representan.

http://www.elpais.com/videos/espana/derecha/siempre/inteligente/izquierda/siempre/tonta/elpvidnac/20110620elpepunac_1/Ves/

Una voz que da gusto escuchar con algo que todos sabemos, pero que parece que nadie quiere asumir.
Una izquierda que se va a la derecha, aun sabiendo que solo los votantes de derechas son siempre fieles y que los de izquierdas son más cambiantes, más propensos a la abstención.
¿Reconocer los errores de un partido a corto plazo o reconocer los errores de los partidos que no representan sus ideologías iniciales?
¿Partido Socialista Obrero Español? ¿OBRERO? ¿En serio?
Se necesita una renovación política urgente en todos los partidos. Nunca ha sido algo tan obvio.

Como se decía hace tiempo por un anuncio...


¿Y tú de quién eres?

A mi, no me representan.

viernes, 17 de junio de 2011

miércoles, 15 de junio de 2011

¡Soy una mujer, se me oye rugir!


Para mi B., Charlotte.
Y porque la traducción de la letra siempre me sube la moral.

I'm Strong!
I am invincible!!



Tormenta de recuerdos.

He pasado por la puerta de tu casa esta tarde. He estado enfrente de la academia donde yo iba a matemáticas... donde tú ibas a buscarme y me llevabas gominolas y cartas de amor, de donde muchas veces nos escapamos juntas.
Y entonces ha pasado, yo intentaba no pensarlo bajo ningún concepto y mi madre ha decidido preguntarme por ti.
Así que he hecho lo que siempre hago cuando me pongo nerviosa... he empezado a tirar cosas al llegar a casa. Nos aferramos tanto a lo material que dejamos de lado los recuerdos intangibles. Dicen que lo que más estimula la memoria, son los olores.
El olor a palomitas me lleva a A. y su fobia a que alguien supiera que estaba con una chica, siempre me presentaba como una amiga y siempre terminábamos ocultas en el cine.
El olor a cierta colonia me hace recordar a mi abuela, incluso cuando la lleva una desconocida por la calle.
El olor a desinfectante me hace sentir segura, en los hospitales me cuidaban cuando todo me dolía de pequeña.
Pero el olor a papel y tu letra en una nota me han devuelto a un 23 de noviembre. Llevábamos tiempo siendo algo sin serlo porque te daba miedo que yo volviera a hacerte daño... y porque querías que fuera especial.
Empezó en Halloween, estábamos sentadas en un sofá rojo de un local de billares que ya no existe. Después de mucho hablar... de que me dijeras que A. te había dicho que yo volvería a hacerte daño como le hice a ella, nos íbamos a casa. Y justo antes de salir, con La vie en Rose sonando de fondo, me agarraste de la mano y me besaste. Era de noche y la luna estaba de color naranja, me sonreíste y dijiste "Será una buena señal o una mala". Muy segura contesté: buena, seguro.
Pero no lo parecía, me dijiste que no querías estar conmigo. Me decías que no podías, que tenías miedo, que ya nos habíamos hecho daño antes. Quién iba a imaginarse lo que esperabas.
Y así llegamos al día 23 de Noviembre. Fuimos juntas a nuestro sitio. El lago artificial. Había una pequeña cascada y me dijiste que lo querías todo conmigo... Aun así desde halloween hasta la ruptura, solo pasaron seis meses.
Dicen que es el tiempo el que marca y no las personas. Yo creo que alguien puede calarte en diez minutos y desaparecer durante años dejando un triste y dulce sabor en los labios.
Esta noche viendo la película basada en el libro de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray, se me ha grabado cuando dicen que el placer y la felicidad no son lo mismo. Buscamos el placer de manera constante.
Buscamos la satisfacción a corto plazo y a veces nos olvidamos de que lo que ahora nos complace, tal vez mañana no. ¿Qué es más inteligente: vivir los placeres del momento o buscar los cimientos de la felicidad futura? Es una cuestión complicada.
Y pensando en las relaciones que no funcionan me he deprimido, si la persona que más me ha querido solo estuvo conmigo seis meses, la vez que más duró de las que se intentó, ¿qué hago mal?
En esto estaba mi cerebro cuando mi pequeña hermana adoptiva, B., ha tratado de subirme el ánimo:

B.: dime que es lo que mas te gusta de ti, vamos.
Yo: mmm, mi carácter. ¿O tiene que ser físico? Porque si es físico mal vamos...
B.: no, hablo psicológicamente.
Yo: pues mi carácter.
B.: a mi también me gusta eso de ti y tu forma de tratarme y tu sobreprotección y tu forma de reir, adoro tus carcajadas.
Yo: oye no te sobreprotejo, pero a mi polluelo no se le hace nada.
B.: me sobreproteges.
Yo: ... bueno un poco, pero eso no es bueno.
B.: si lo es, para mi lo es.
Yo: claro porque tienes guardaespaldas
B.: y por eso te quiero tanto... porque contigo estoy a gusto.. no sé, como soy tan inocente, me siento "a salvo" es como tener la hermana que nunca tuve.
Yo: a mi me pasa lo mismo.
B.: ¿a que has sonreido?
Yo: un poco.
B.: ¡solo un poco! ¡Venga ya! como mínimo has enseñado un paleto (asi se llamaban los dos dientes, ¿no?)

Pensar a veces deprime, pero no importa si tienes quien te levante el ánimo. Mil gracias B., que siempre sabes sacarme una sonrisa cuando lo necesito y que entiendes mejor que nadie la diferencia entre placer y felicidad. Te quiero, pequeña.



Baby, Keep Smiling!

   

lunes, 13 de junio de 2011

Desconocidos en la noche.

 Ayer estuve tratando de rellenar un hueco en mi memoria. Fuimos B. y yo solas a dar una vuelta por Ámsterdam. Volvimos a Utrecht porque habíamos quedado para cenar.

Una cerveza.
Dos cervezas.
Una canción.
Dos canciones.
Tres cervezas.
Empezamos a cantar.
Tres canciones.
Cuatro canciones.
Cuatro cervezas.
Cinco cervezas.
Canción tras canción.
En medio de todo el ajetreo apareció M.
B. se puso a bailar y cantar.
 M. hablaba conmigo. Reíamos. Me contó su historia.
Se fue de Cuba porque quería pintar. El restaurante en el que estábamos tenía varios cuadros suyos. Llegó a Holanda para rehacerse.
Aquel día yo iba espantosa, a quién vamos a engañar. Pantalones marrones, una camiseta roja, el pelo hecho un asco después de que me hubiera diluviado encima... Pero M. me hizo sentir diferente. Se interesó por mí. Me miraba a los ojos y a los labios. Hablaba de lo aburridas que eran las holandesas. Nos apoyamos en una mesa a hablar.
Me dijo al oído que quería besarme, pero que le daba vergüenza porque se acercaba más a la edad de mi tío que rondaba por allí que a la mía. Con tantas cervezas en el cuerpo, perdí la timidez.
Salimos fuera. Hablamos, íbamos andando con el canal a la izquierda. Eran las dos de la mañana creo recordar cuando me besó debajo de aquel puente. Fue bastante extraño, a la vez que intenso. Me acarició el pelo, sonreíamos. Hablábamos, nos besábamos...
 Pero me fui. Era lo más lógico.
Volvimos al restaurante, intentó enseñarme a bailar salsa... con tantas cervezas encima podía haber intentado enseñarme claqué que el resultado habría sido el mismo.
Nos reímos. Y al fin llegó el momento de volver a casa. Nos despedimos y no hemos vuelto a vernos, obviamente.
Tuve que volver al puente a buscar la camara de fotos que llevaba enganchada y que desapareció... conseguí encontrarla con S. y B. riéndose y preguntándome qué había pasado.
 Llevaba mucho tiempo pensando en algo que no parecía poder suceder, así que por un rato me sentí como se supone que debería sentirse toda mujer siempre. Me sentía deseada, guapa e interesante, porque veía en sus ojos lo que me ha faltado en muchas relaciones que se supone que eran de verdad.
Es triste ver en un rollo de una noche lo que quieres ver en otras personas.
Del resto de la noche solo recuerdo haberme tumbado cantando en la cama "Nunca debí enamorarme" a pleno pulmón con B. riéndose a mi lado.
A la mañana siguiente ni siquiera sabía cómo me había puesto el pijama.
 No conseguiré nunca llenar esa laguna, pero no hace falta. Me quedo con una frase, que de verdad me llegó. "Ninguna holandesa besa con tanta pasión."
Volvimos a Madrid el día de San Valentín, aquel día decidí que no quería seguir como hasta ese momento. Triste por no tener lo que quería. Triste por haber cometido errores. Triste por no atreverme a hacer nada por miedo. Triste, triste, triste.
Supongo que a veces son los desconocidos los que consiguen que veamos más nuestro interior. Cuando volví a Madrid me llegó un email de S. de Holanda, diciendo que había hablado con M. y que quería hablar conmigo. No lo hicimos y no creo que nunca volvamos a hablar, pero me alegro de haber hecho una locura con cerveza en las venas, me alegro de haber bailado y cantado aquella noche y me alegro de haberme dado cuenta de que si alguien era capaz de mudarse muy muy lejos de su hogar solo para pintar, yo podía cambiar mi perspectiva.
 Así que... gracias M., mi profesor Dirty Dancing por unas horas, si no hubieras aparecido en el eLe aquel jueves me habría perdido el darme cuenta de lo que realmente quiero.


Y en los ojos de un desconocido...
verte a ti mismo.

    

lunes, 6 de junio de 2011

Pensamientos de madrugada, 4.20 a.m.

Anoche por fin volví a escribir. Supongo que la conversación que tuve con tres personas sacó algo de mí. 
No escribí para mi novela, escribí para mí.
Por primera vez en mucho tiempo cogí lápiz y un cuaderno y tumbada en la cama boca abajo empecé a contar una historia. Un cuento real que no creo que nunca llegue a enseñar a nadie. Sí, confío en quienes tengo que confiar, pero es demasiado... es demasiado auténtico, demasiado personal, demasiado yo. Tanto que sin darme cuenta llené varias caras tamaño folio y tuve que dejarlo para llorar a gusto. 
Nunca se me ha dado bien hablar de sentimientos. Las palabras fluyen mejor si oigo como se graban en el papel que si intento pronunciarlas. 
Algunas personas no saben expresarse de ninguna forma, otras pintan, otras cantan, otras escriben... Muchas veces me pregunto qué pasaría si todos dijéramos lo que sentimos cuando lo sentimos, sin miedo, sin dudas... simplemente soltarlo y punto. Aun así, creo que todos tenemos alma de artista porque todo aquel capaz de sentir tiene que encontrar su liberación.
Una vez, hace unos años, le dije a alguien que ojalá supiera dibujar como ella lo hacía. Recuerdo que me miró sonriente y me contestó que para qué si yo ya era una artista con las palabras. Y creo que tenía razón, puede que yo no sea una gran escritora y puede que nunca lo llegue a ser, pero ella tenía fe en mí y eso a veces es suficiente.

Empecé a escribir, por el principio absoluto para mí. Según avanzaba línea tras línea iba pensando en todas las partes de historias que han forjado mi personalidad tal y como es hoy. Creo que nunca he dado un punto de vista tan sincero de mis sentimientos y también creo que me quedan muchas páginas por relatar. Aun pensando que probablemente nunca se lo enseñe a nadie, quiero hacerlo. Tal vez un día lo lean mis hijos, quién sabe. 
Y hoy, otra conversación me ha hecho pensar y enlazar con las de ayer. B. me dijo que no quería que yo dejase de tener esperanzas de encontrar a mi "Noah" a esa pareja ideal con la que siempre he soñado, me hizo prometer que no dejaría mi parte "Allie" de lado. Yo le dije que que yo no tuviera una historia de amor perfecto llamando a mi puerta como en su caso, no quería decir que perdiera la esperanza de mi ideal romántico. Y esta noche, hablando con E. debatíamos sobre la estabilidad de las relaciones.
Yo siempre he pensado que son los amores locos los que dejan huella, que por muy dulces que sean los abuelitos de la mano en el parque a los veinte años lo que busco no puede ser eso. Desde los catorce años existe "el plan". El perfecto futuro para mí. Faltan tres años para que empiece, ¿por qué debería empezar a preocuparme ahora? 
Está claro que nadie puede evitar pensar en el futuro, pero desde hace tiempo intento no hacerlo. Hace unos años lo tenía claro, veía a mi pareja dibujando con mis hijos y haciendo el gamberro por la casa para hacerles reír con una cacerola en la cabeza y la voz de bebé que solía poner. Me acuerdo de que mirábamos en la misma dirección, queríamos lo mismo... pero no lo queríamos a la vez. Ella iba muy rápido, yo necesitaba más espacio. Ahora probablemente sería distinto, ayer me preguntaron que si ahora yo era la que podía ir deprisa, ¿por qué ir con calma? Muy simple... creo que si ella no me hubiera presionado, si simplemente se hubiera dejado llevar y hubiera intentado ralentizar su motor, tal vez todo hubiese sido diferente. 
Mi plan no empieza hasta dentro de dos años y medio. Hasta entonces quiero hacerme un tatuaje, hacer paracaidismo y dejarme llevar, sin más. Anoche me dolió que mi mejor amiga me dijera que está preocupada porque yo deje de lado los principios que me hacen ser quien soy. Sí, soy una romántica que quiere flores y sorpresas. Sí, veo miles de películas de amor y siempre termino diciendo "¿Por qué no pasará en la vida real?. Pero todo eso no quiere decir que tenga que negarme a vivir de otra forma. Para algunos es fácil encontrar a su media naranja, otros simplemente pensamos que hay que ser felices aunque en el fondo pensemos que vamos a sufrir después.
Es fácil quitarse la ropa y tener sexo.
La gente lo hace todo el tiempo.
Pero abrir tu alma a alguien,
dejándolo entrar en tu espíritu, tus pensamientos,
tus miedos, tu futuro, tus esperanzas y tus sueños...
eso es estar desnudo.
Claro que podría sentarme en el sofá, plantarme y decir "Ni uno más" por no ser como yo quiero. Pero creo que igual que yo no soy la niña que fui, todos podemos cambiar. 
Como siempre, una lista de pros y contras. Con P. y V. ganaron los contras de manera indiscutible. Ahora es más complicado, la balanza no termina de decidirse. 
Hace tiempo decidí que no volvería a dar segunda oportunidades en los temas del corazón. Segundas partes nunca fueron buenas. Todos tenemos derecho a una bala, un disparo, una diana. Hay que saber medir el viento, el reflejo del sol, los sonidos que nos pueden distraer, hay que ir despacio para estar seguros de que si  disparamos, no vamos a fallar. Como en muchas situaciones en la vida, a veces solo contamos con una oportunidad. El problema es que cuantos más contras acumula alguien más difusa se vuelve la diana. 
A veces... solo tienes que saltar del puente
y esperar aprender como volar en la caída.
Dos años y medio es mucho tiempo, pueden pasar mil cosas. Hoy le he dicho a E. que la estabilidad es algo que no conozco, porque no me puedo plantear algo estable hasta 6 o 7 meses después de haber comenzado... porque es el límite que he alcanzado antes de dañar o ser dañada. Lo positivo es que he aprendido de mis errores lo suficiente como para no hacer daño. Lo negativo es que por muchas veces que me lo hayan hecho a mí no puedo rendirme antes de tiempo. Si paras antes de que deba terminar, ¿cómo sabes que tenía que acabar?¿cómo sabes que no te has precipitado?¿o que no debías esperar un poco más? 
No quiero increíbles confesiones de amor
ni regalos caros
ni paseos románticos bajo la luz de la luna
ni que escribas canciones solo para mí
ni llamadas cada cinco minutos para decirme que me echas de menos...
Y esperas, esperas, esperas. 
Una y otra vez esperas a que todo suceda como en los libros.
Esperas a que corran detrás de ti para decirte que te quieren.
Esperas a que quieran como tú quieres.
Esperas que el tiempo ponga todo en orden.
Y esperas, esperas, esperas.
Te dicen que vas hacia el fracaso, que no funcionará, que no sienten por ti ni la mitad de lo que deberían. Y tú lo escuchas, claro que sí. Escuchas las opiniones de los demás y piensas "¿Qué hay de malo en esperar un poco más? Si ya he sufrido otras veces, ¿qué importa una vez más? ¿Es mejor esperar a que te rescaten de la torre en la que estás sola que esperar viviendo algo más? ¿Y si mi "Noah" nunca aparece? ¿Tengo que sentarme en la acera de la calle viendo la gente pasar hasta secarme como una flor en pleno Agosto madrileño?" Pero claro, cómo no escuchar a las personas que se preocupan por tu felicidad. Lo haces y te obligan a pensar, te hacen dudar de tus decisiones y te planteas comprar cinco kilos de helado de chocolate y mandar tus esperanzas bien lejos. 
Pero cuando no tienes nada que perder, salvo otro trocito más de corazón... solo puedes ganar o volver al punto de partida. 
Ayer B. terminó diciendo que me gusta complicarme la vida, que siempre me busco gente con la que no puedo tener algo normal. Y tiene razón. Pero cómo voy a buscar una relación normal si lo que yo quiero es algo que me haga temblar por dentro. No quiero que me llamen a diario ni que me digan cada veinte minutos que me echan de menos. Quiero a alguien que sepa qué hacer para hacerme reír, que se preocupe por mí y que me quiera... pero por lo visto, eso es más complicado para mí que para el resto de mi entorno. Sí, podría ir a lo seguro, pero ¿dónde estaría la gracia de la incertidumbre? 
¿Dónde estarás dentro de cinco años?
Dentro de cinco años debería estar trabajando y planteándome tener mi primer bebé. 
Conseguirlo es lo complicado.

En un capítulo de mi serie favorita (Being Erica) la protagonista tiene la oportunidad de vivir 24 horas totalmente libre porque al terminar el día todo volvería a empezar de cero como si nada hubiera pasado. Si yo pudiera vivir 24 horas sin pensar en las consecuencias creo que lo más importante que haría sería ir diciendo a cada persona TODO. Aunque creo... que igual con 24 horas no tendría suficiente. 
Son dos preguntas típicas: dónde te ves dentro de X años y qué harías si pudieras hacer todo lo que quisieras sin consecuencias (otra pregunta típica es qué harías si fueras a morir mañana pero creo que es bastante similar a la otra).
Así que no tengo nada más que decir que...


¿Tú dónde te ves? y...
¿Qué harías si no importase el mañana?
  

miércoles, 1 de junio de 2011

Show me your face tonight...



Cappie: ¿A qué narices estoy esperando?
Evan: Casey piensa en el futuro, ¿cómo se supone que va a funcionar lo vuestro?

Casey: Ayer pensé que cambiarías de idea y vendrías a por mí en un gran momento de película...


A través de la oscuridad

 No sé quién eres. No consigo recordar tu cara. No sé cómo es tu voz ni tu estatura.
Pero sé quién eres. Recuerdo el tacto de tu piel y de tus labios. Sé cómo es el sonido de tu respiración.
No sé como te llamas ni el color de tu piel. Solo sé que con cada susurro tuyo la oscuridad nos abrazaba con más fuerza.
No sé cuántos años tienes ni si sabes hablar otros idiomas.
No sé dónde naciste ni cómo se llaman tus padres.


Empecemos por el principio. Una vela iluminaba a lo lejos, no lo suficiente. Sé que era una vela porque la luz tintineaba cuando le llegaba nuestra respiración. Creía que estaba sola, tenía miedo, no podía respirar. Estiraba los brazos, buscando sin parar cualquier cosa, la esquina de una mesa, el borde de una cama, la pared... lo que fuera. Me faltaba el aire, trataba de llegar hasta la vela, pero parecía que no avanzaba por la habitación.
Me entraba el pánico, no veía nada, ni siquiera podía verme mis propias manos. Empezaba a llorar.
Ese fue el momento, todo cambió. Tus manos rodearon mi cintura y el tiempo se paró. Me dio un vuelco el corazón cuando me susurraste que estuviera tranquila con tus labios tan cerca de mi cuello que de recordarlo me recorre un escalofrío de los pies a la cabeza.
Con una mano apartaste un mechón de mi cara y me limpiaste las lágrimas. Aun me costaba respirar con normalidad, besaste mi mejilla izquierda y aun puedo sentirlo. Acercaste tu cuerpo al mío porque yo temblaba de miedo y frío. Nunca me habían abrazado así.
Dejé mis manos caer desde tu espalda, medio dormida apoyada en tu pecho. Las cogiste con cariño y las colocaste alrededor de tu cuello. Te miré aun sabiendo que solo encontraría la misma oscuridad que antes. No podía ver tus ojos, pero sabía que me mirabas como yo a ti. Te movías despacio, con tus manos sosteniéndome pegada a ti. Era como bailar.
Me besaste, solo una vez, solo un beso pequeño y susurraste que aunque no pudiéramos ver más allá de nuestros pensamientos, era todo lo que necesitábamos para hacernos felices. Dijiste que daba igual si nadie lo entendía, que lo que realmente te importaba era poder abrazarme como nadie más lo hace; que la vela era solo un símbolo, lejano, distante, pero real. Pensé que tenía lógica, que lo único que nos impulsa a seguir adelante es la esperanza de que en algún momento se acabará la oscuridad. Tú supiste lo que pensaba y suspiraste al decir que aunque a veces la distancia parece un tormento, no tenía porqué hacer mi recorrido sola.
Me di cuenta de que hacía un rato que estábamos tumbados. Tú mano derecha sobre mi cadera, mi mano izquierda deslizándose por tus hombros. Casi me había olvidado de la vela, ya la alcanzaríamos, tal vez juntos, tal vez no. Puede que parte del camino lo haya hecho ya sola, tal vez el miedo a la oscuridad es la sensación de que alguien podría estar a tu lado pero prefiere esconderse entre las sombras.
Tu boca de nuevo buscó la mía y mis piernas se entrelazaron con las tuyas. Ya no tenía frío, pero lo hacía. Tú eras mi fuente de calor, tu piel ardía al roce de la mía. Solo nos abrazábamos para no congelarnos en esa fría habitación. Se me cortaba la respiración cada vez que rozabas mi cuello y se me paraban los latidos si pensaba que te estabas alejando. 
Jugábamos a aprendernos nuestros cuerpos con las yemas de los dedos. Tu índice acariciaba mi columna vertebral y mis dedos trataban de memorizar tu rostro.
Girábamos sobre nosotros mismos y reíamos. Un segundo después me decías casi sin pronunciarlo "¿crees que hay alguien más aquí?" y sin pensarlo respondía "¿acaso importa?". Puede que en los rincones de la oscuridad que hicimos nuestra hubiese alguien escuchando nuestros murmullos, tal vez hubiera un grupo debatiendo en silencio si merecíamos la oportunidad de acercarnos al final. Pero nos dio igual. Solos tú y yo y la posibilidad de ir juntos más allá cuando decidiéramos ponernos a caminar lejos de nuestro lugar seguro.
Me he despertado sin querer y me rodeaba la misma oscuridad, tenía los ojos húmedos y una sonrisa en los labios. Esta noche no me han perseguido, no me han matado, no me han hecho daño... pero me han dado unas expectativas del amo muy poco realistas. Me han dicho que existe alguien que está ahí, esperándome en la oscuridad para rescatarme cuando no pueda más, que le dará igual todo mientras sus brazos puedan rodearme. Anoche me enseñaron que a veces la vida es como una habitación oscura de una enorme mansión, que el camino puede ser complicado, pueden flojearnos las piernas y dejarnos al borde del abismo. Pero si nos fijamos bien, si prestamos verdadera atención una diminuta lucecita nos indica por dónde ir. 
Quizá nuestro destino sea llegar solos, quizá alguien nos coja de la mano y camine seguro sin soltarnos, quizá la compañía vaya y venga... porque en la vida, en esa habitación negra, hasta tu propia apariencia depende de mil variables. ¿Cómo sabes que quieres algo que no puedes ver? ¿Podrías amar a alguien sin mirar a los demás? ¿Eres capaz de besar sus pensamientos más que su físico? Solo cuando te planteas estas preguntas y sabes responder sin dudar afirmativamente, estás preparado para enamorarte. 
Mi sueño me ha recordado a mi mito griego preferido, la historia de Eros y Psique, el Amor y el Alma.



En una ciudad de Grecia había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos primeras eran hermosas. Para ensalzar la belleza de la tercera, llamada Psique (en griego significa alma), no es posible hallar palabras en el lenguaje humano. Tan hermosa era que sus conciudadanos, y un buen número de extranjeros, acudían a admirarla. Incluso dieron en compararla a la propia Afrodita, la diosa al darse cuenta que sus templos estaban vacíos por que la gente prefería rendirle honores a la maravillosa Psique, encargó a su hijo Eros : "Haz que Psique se inflame de amor por el más horrendo de los monstruos" y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereides y delfines.

Al tiempo después las dos hijas mayores contrajeron matrimonio y al ver que la menor no tenía pretendientes, su padre consultó al oráculo, escuchando con espanto como éste le ordenaba que vistiese a su hija con la mejor de las galas nupciales y la dejara en la cima de la montaña abandonada a su suerte, por que el destino había predestinado a la joven como goce de un horrible monstruo de una ferocidad extraordinaria.



Sobre un lecho de roca quedó muerta de miedo Psique, en lo alto del monte, mientras el fúnebre cortejo nupcial se retiraba. En estas que se levantó un viento, se la llevó en volandas y la depositó suavemente en un pradera cuajada en flor. Tras el estupor inicial Psique se adormeció. Al despertar, la joven vio junto al prado una fuente, y más allá un palacio. Sirvientes invisibles acompañaron a la joven, que no podía dar créditos a sus ojos.

¿ Donde estoy? preguntó perpleja la dulce doncella al no distinguir a nadie ni en los jardines ni en las salas del palacio.
"Donde serás amada y tus deseos se verán satisfechos", murmuró una voz a su oído.
Y en efecto: como al conjuro de su capricho, resonaban música, se le ofrecían vestidos, joyas y banquetes. Legada la noche, acudió el misterioso esposo a ejercer los deberes conyugales.
Pasaron los días por la soledad de Psique, y con ellos sus noches de placer. En una ocasión su desconocido marido le advirtió: "Psique, tus hermanas querrán perderte y acabar con nuestra dicha". "Mas añoro mucho su compañía dijo ella entre sollozos. Te amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi sangre". "Sea ", contestó el marido, y al amanecer se escurrrió una vez más de entre sus brazos. De día aparecieron junto a palacio sus hermanas y le preguntaron, envidiosas, quién era su rico marido. Ella titubeó, dijo que un apuesto joven que ese día andaba de caza y, para callar su curiosidad, las colmó de joyas. Poco antes de que anocheciera, Psique tranquilizó a sus hermanas y las despidió hasta otra ocasión.
Con el tiempo, y como no podía ser de otra forma, Psique quedó encinta. Pidió entonces a su marido que hiciera llegar a sus hermanas de nuevo, ya que quería compartir con ellas su alegría. Él rezongó pero, tras cruzar parecidas razones, acabó accediendo. Al día siguiente llegaron junto a palacio sus hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de besos y de nuevo le preguntaron por su marido. "Está de viaje, es un rico mercader, y a pesar de su avanzada edad..." Psique se sonrojó, bajó la cabeza y acabó reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de su voz y la humedad de sus besos... "Tiene que ser un monstruo ", dijeron ellas, aparentemente horrorizadas, "la serpiente de la que nos han hablado. Has de hacer, Psique, lo que te digamos o acabará por devorarte". Y la ingenua Psique asintió.



Cuando esté dormido, dijeron las hermanas, coge una lámpara y este cuchillo y córtale la cabeza". Enseguida partieron, y dejaron sumida a Psique en un mar de turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor que acostumbraba y, tras el amor, el sueño. La curiosidad y el miedo tiraban de Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a enfrentar al destino, sacó por fin de bajo la cama el cuchillo y una lámpara de aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era... el propio dios Eros, joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban sus mejillas, en el suelo el carcaj con sus flechas. La propia lámpara se avivó de admiración; la lámpara, sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el hombro del dios que despertó sobresaltado.

Al ver traicionada su confianza, Eros se arrancó de los brazos de su amada y se alejó mudo y pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a Psique: "Llora, sí. Yo desobedecí a mi madre Afrodita desposándote. Me ordenó que te venciera de amor por el más miserable de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu hermosura. Y te amé... Que te amé, tú lo sabes. Ahora el castigo a tu traición será perderme". Y dicho esto se fue. Quedó Psique desolada y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar, inútilmente, el favor de los dioses: la cólera de Afrodita la perseguía. 
(...)






No sé si te conozco.
No sé si eres real.
No sé si ya estás en mi vida.
O si alguna vez lo estarás.
No sé cómo eres, qué te gusta o hacia dónde vas.
Solo sé que si eres tú el de mi sueño...

Te seguiré a través de la oscuridad.


Porque en mi habitación oscura 
Todo es una posibilidad,
incluso tú.