domingo, 24 de abril de 2011

"Es más fácil llegar al sol que a tu corazón."

Después de una Semana Santa de desconexión, relax (aunque tengo agujetas por todo el cuerpo), risas y reflexión a altas horas de la mañana, vuelvo al mundo real.
Creo que la mitad de las agujetas tienen que ver con los ataques de risa diarios y los esfuerzos pulmonares por hacer el tonto con una cachimba (tras iguanas y mata hippies, mil intentos de aprender a hacer círculos con el humo... no puede ser bueno). Otra parte es sin duda por haber bailado, haber intentado enseñar a cierta persona a hacer el lunge de batuka y haber corrido como si me persiguieran las puertas del infierno varias noches.
 
 Cuando te pasas horas jugando al Resident Evil 4 en la Wii y al llegar las 3:33 de la madrugada decides irte a casa atravesando un pueblo lúgubre (para B. y E.: Como el museo) con farolas fundidas, callejuelas tétricas, sonidos extraños irrumpiendo en el silencio de la noche, caballos y perros que aparecen cuando menos te lo esperas... pasas un miedo infernal y echas a correr a la vez que te ríes de tu propia estupidez y hablas de que los lobos son el único animal que junto con el ser humano mata por placer (una conversación muy adecuada cuando estás en un pueblo en el que hay lobos por los alrededores).
Todos hemos pasado miedo por muchas cosas, pero el miedo más visible es el que sentimos cuando de puro infantilismo la adrenalina se nos pone a flor de piel. Pensamos en qué haríamos si nos atacaran, si se nos cruzara un mastín agresivo de los muchos que hay por allí, si apareciera cierto "sátiro" del pueblo, etc.
Piensas en correr, piensas en defenderte, miras a tu espalda, miras a los lados y corres más deprisa. Escuchas todo lo que te rodea. Y cuando todo se calma y cierras la puerta tras de ti encendiendo la luz, te paras a pensar en lo que la gente llama instinto de supervivencia y en lo que yo llamo motivos para seguir.
Y así llegamos a Madrid, tras una semana quinceañera hablando de todo y de nada, aconsejando a nuestras menores, viajando por carretera al son de Scorpions el único día soleado.

Comer helados de sabores raros, mil dulces, criticar, pintarme las uñas de un color radioactivo, jugar, reírnos y comportarnos como si estando con tres niñas de 14 años pudiéramos tenerlos nosotras también. Ellas que aun no han sufrido, que aun confían, que aun cometen errores de novata y que están creciendo demasiado deprisa, me han enseñado que puedo ser infantil y madura a la vez. Que puedo tener ilusiones absurdas y deseos imposibles a la vez que tratar de pisar sobre seguro en la vida. Porque de eso se trata todo al fin y al cabo, de saber llevar la madurez de la forma más inocente e infantil... es decir, de la manera más feliz.
Todo esto me ha llevado a pensar en la forma en la que llevo mi vida. En las cosas que han pasado, en los miedos a que vuelvan a pasar. En las personas que he intentado borrar de mi mente, pero que siempre formaran parte de lo que soy. Porque de cada parte del camino cogemos una pieza del puzzle de lo que somos.
En este contexto aparece R., mi posible cuñado (y digo posible porque aun es pronto) al que también he llamado hoy Doctor Love, que ha decidido que la mejor forma de animarme y hacerme ser más optimista es contarme su historia con B.
Y con su permiso, aquí está el miniresumen:


“Hace dos veranos antes de entrar en la universidad, volví con mi exnovia Raquel.
Llegué a la uni con ella y se me presenta alguien que no esperaba encontrar hasta dentro de muchos años, muchos, B.
Mi novia me empieza a putear y a mi me da igual porque desde el día que la conozco pienso en ella rato tras rato, no puedo dejar de mirarla en clase, lo dejamos. Soy un mega amigo de B., ella es mega amiga mía. Pasan los meses ella con novio y yo, indignado, cabreado, jodido y muerto por dentro me refugio en otras, de nada sirve, DE NADA.
Pasa el tiempo, pasa lo que pasa con el retrasado de K. y empezamos. Al principio yo con pies de plomo, no quiero espantarla, agobiarla, nada.
Con el tiempo nos enamoramos, más pies de plomo aun. Ella empieza a cambiar lo que nunca imaginó, yo vuelvo a confiar en mi en las relaciones y a mejorar a niveles sentimentales alucinantes.
Ambos estamos cambiando, ella saca lo mejor de mi día a día, quiero pensar que yo a ella también. Pero lo que te quiero decir es que fuimos pacientes, vimos que lo que queríamos era estar juntos, que no había agobios porque lo que queríamos era hartarnos el uno del otro.
Nos dimos cuenta conforme estábamos juntos de que queríamos eso, estar juntos.
Es cuestión de la persona y de, también, las circunstancias que te acompañan
pero ojo, no por ser optimista, no por darlo todo, dejes que te hagan daño. 
No dejes de soñar, pero con los pies en la tierra, en estos casos debes mirar mucho por ti.”

"Nadie puede cambiar a una persona,
pero alguien puede ser su razón para cambiar."
Según iba hablando con él veía un vídeo de una pareja de Perdidos (que subiré después de esta entrada) y he terminado llorando como una tonta pensando en que yo también quiero momentos peliculeros románticos. Serán las hormonas que estoy en un momento crítico... pero no me parece justo poder reírme como a los 15 años pero no poder vivir historias ñoñas a ratos, sin pasarse que me sube el azúcar.
"Sonrío como un idiota cuando estoy hablando contigo."
Después he hablado con B. de la metáfora de los semáforos en las parejas. A veces, uno de los dos pone todos los semáforos en verde, para que el otro pueda pasar sin miedo, pero aun teniendo la luz iluminándole hasta los sesos puede no verlo, puede no darse cuenta o, tal vez, es que simplemente no quiere cruzar.
Pero todos los relojes corren y llega un momento en el que cada semáforo pasa al siguiente color. Ámbar. O aceleras o frenas, pero tienes que decidir rápido y con cuidado... antes de que se cierre en rojo y se termine. Adiós las posibilidades de avanzar, adiós a las decisiones posibles, adiós al resto de la carretera.
¿Es que además hay que ponerle el pitidito para los ciegos? ¿o es mejor rendirse y pensar que si no acelera es porque no quiere seguir adelante? ¿Por qué algunos pisan a fondo incluso cuando está en rojo y otros frenan en seco cuando está en verde?
En el camino de vuelta a casa hemos atravesado diferentes nubes con diferentes tipos de lluvia y momentos de sol. A veces me dormía, a veces miraba por la ventanilla y pensaba "A ver qué gota llega antes hasta abajo del cristal"; tal y como llevo haciendo desde que era pequeña. Eliges una gota y sigues su recorrido viendo como crece al juntarse con otras, como gana peso y fuerza y esperando por encima de todo que gane a las demás. Supongo que es bastante absurdo, como el hecho de que me ponga eufórica solo porque mi madre me regale un colgante de un pingüino o mi segunda madre, mamá de B., me regale una bola de cristal para mi colección. 
Es cuando conoces de verdad a una persona, cuando descubres sus pequeñas tonterías y aficiones. Y es en ese momento cuando eliges si le quieres o no, siempre lo he pensado. ¿Cómo podría importarle a alguien que pensase que es ridículo coleccionar bolas de cristal? ¿Quién podría quererme como amiga si pensase que soy estúpidamente infantil? ¿Es posible que alguien que me quiera no entienda que soy feliz si me das chocolate u ositos de gominola?
Quiero a B. pese a su turbadora obsesión con todo lo que tenga que ver con Bob Esponja. Quiero a E. aunque le gusten más los perros que los gatos. Quiero a mi hermano aunque no sea una persona que le guste lo familiar. A mi padre aunque a veces le guste música que a mi me deprime. A mi madre aunque coleccione postales y luego nunca las vuelva a mirar. Etc. Porque a B. la regalé unas zapatillas de B.E., a E. la he ofrecido cuidarle al perro aunque me de alergia cuando lo ha necesitado, a mi hermano le intento entender y aunque hablemos poco tenemos mucho en común, a mi padre a veces le doy a conocer grupos que le pueden gustar y él a mi; y a mi madre, siempre, siempre, siempre, le traeré postales. 
¿Ridículo? No, son las pequeñas cosas las que nos enseñan a querer o a alejarnos. Tengo muchas rarezas, ¿adorables, irritantes o irrelevantes? Eso según cada uno.

¿Cómo es posible que siempre pase de tema en tema sin darme cuenta? Los que leen mi blog deben de pensar que no tiene sentido... supongo que escribo tal y como pienso y nadie tiene un orden exacto en los pensamientos ¿no?
En honor a tres niñas con mucha imaginación y poco sueño.
Termino diciendo que gracias a R. por sus ánimos, a B. por su paciencia, a mis pequeñas catorceañeras por haberme hecho reír y, sobre todo, hoy quiero dejar constancia de que a veces dos personas pueden parecerse más de lo previsto:
C: ¿Vamos al parque?
Á: ¡Sí, vamos al parque!
C: Han cambiado los columpios... 
por cierto, solo hay dos y somos cinco...
y...yo pienso correr a coger uno.
Á: ...
B: Y tú también, ¿verdad?
Á: No lo dudes.

“-¿Por qué yo? 
Podías elegir a cualquiera, 
¿por qué a mi?
-Porque quitas los bordes del pan.”
Closer.
 
“-¿Entonces qué? ¿Me odias?
-A tí no, pero odio cómo te cae el pelo en la cara, y odio cómo bajas la voz cuando te pones muy serio, y odio cómo te muerdes el labio cuando estás nervioso, y cuando tus cejas hacen así, eso odio.
-¿Es eso? ¿Odias mi modo de andar, de hablar y mi aspecto?
-No, ¿Recuerdas el truco mental del jedi? ¡Lo odio!
-Nunca renuncies a mí.
-No lo haré, pero te vas a arrepentir mucho de haberme fallado. Porque te lo voy a hacer pagar durante mucho tiempo. Pero primero te acercarás a mí lentamente, rodearás mi cintura con tus brazos, a la de una, dos... y ahora a bailar.”
Enamórate.

Sawyer y Kate, Perdidos (Lost)

“Te esfuerzas mucho por hacerle creer que te da igual, 
que no la necesitas, pero… 
un hombre se vuelve loco si no tiene a nadie, 
no importa quien sea ese ser mientras esté contigo.”


“Tres años desde que nos dejó, 
¿de verdad son suficientes para olvidar a una persona?”

“Yo estuve colado por una chica.
Pude estar con ella, pero no lo hice.
Durante un tiempo me tumbaba en la cama preguntándome si había sido un error. Preguntándome si dejaría de pensar en ella.
Ahora apenas recuerdo como era, se me ha borrado su rostro.
Sé que nunca volverá así que tres años son suficientes para olvidar a alguien.”

“Podría haberla tocado, si hubiera querido, 
podría haberme acercado a hablar con ella.”

 “- He estado con chicas como tú.
- Seguro que no como yo.”

“- Lo curioso es que decirte lo del marcapasos no te mantuvo a raya, sino amenazarla a ella.
- Como la toques, te juro que…”

"- ¿Qué quiero? 
Un beso bastaría."
“Tú lo necesitabas. 
Sawyer te partió el corazón, 
¿cómo te lo ibas a curar si no?”

 “- Vaya, ya era hora.
- ¿Para qué?
- Pedí este deseo por mi cumpleaños.”


“Solo queremos estar juntos, 
al final es lo que importa.” 



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