viernes, 4 de noviembre de 2011

Inolvidable

Esta tarde iba en el metro sentada al lado de dos chicos.
Uno de ellos llevaba un gorro verde, un monopatín morado, una sudadera azul y una maleta marrón con fotografías de París.
El otro iba con chupa de cuero, gorro amarillo chillón, monopatín turquesa y una maleta plateada con rayas de colores.
Los tres hemos bajado donde siempre cojo el autobús. Me han adelantado sobre ruedas, con sus maletas agarradas y dándose impulso con el pie. Color en movimiento. Eso me ha hecho pensar en las pistas de mi colegio, cuando una amiga y yo jugábamos al 21 en las canastas de baloncesto verdes.
Tuvimos mil conversaciones posiblemente demasiado filosóficas para ser primera hora de la mañana. Una de las más habladas fue la de los colores. Debatíamos sobre cómo era posible saber si una persona ve los colores igual que otra, si nadie es capaz de describirlos.
Azul, como el cielo, ya... pero ¿y si yo lo veo como tú ves el verde? ¿y si mi rojo es tu morado? ¿y si mi amarillo es tu negro?
¿Y si realmente el color favorito de todos fuera el mismo, pero lo llamáramos diferente?
En una cosa estamos todos de acuerdo, los colores están en todas partes. Los asociamos con todo, nos transmiten, nos hacen recordar, nos desagradan o los sentimos.
Crecí cantando Colores en el viento de la película Pocahontas de Disney, supongo que ahora no puedo remediar verlo todo como lo veo.
Me acuerdo de la primera vez que fui al pueblo. Me perdí por el campo con mi prima pequeña, no podía creerme el cielo que había. Era de un azul oscuro muy intenso, cuanto más se oscurecía más brillaba. No es más que una enorme mancha azul con puntitos blancos. ¿Por qué impresiona tanto? A mi me hace sentir pequeñita y siempre me ha hecho ilusión subirme a algún tejado a ver las estrellas... pero como otras tantas cosas, no lo he hecho.
Es algo psicológico supongo, el qué relacionamos con qué.
¿Verde? Prado enorme, hacer la croqueta aun sabiendo que me va a dar alergia, aun sabiendo que me llenaré de restos de plantas y que puede haber bichos.
¿Amarillo? Tulipanes, no sé por qué, pero pienso en tulipanes amarillos.
¿Rojo? Pintalabios, con sabor a fruta.
¿Blanco? Lirios... y me viene su olor y su tacto. 
Y así con todo. Cada color me lleva a algo. Pienso en negro y veo películas como Pesadilla antes de Navidad. Pienso en gris y veo nubes de lluvia. Celeste, cielo de primavera. Granate... si le añades verde me dan escalofríos al recordar el uniforme del colegio. 
Pero ¿cómo explicarle a un ciego de nacimiento lo que son los colores? Intenté pensarlo muchas veces hasta que vi una película hace poco que se llama Máscara, en ella el protagonista que tiene una deformidad grave intenta explicarle a la chica ciega de la que se ha enamorado cómo son los colores. Me pareció una de las escenas más tiernas que he visto. 
¿Cómo podemos apreciar tan poco lo que tenemos? No nos damos cuenta de lo valiosos que son nuestros sentidos hasta que no nos da por pensar en los que carecen de ellos. 
Si de pronto me quedara ciega lo que más me preocuparía es pensar ¿algún día olvidaré todo lo que he visto? ¿dejaré de recordar aquel cielo plagado de estrellas? ¿olvidaré los colores que me han rodeado desde que nací?
 Pero luego pienso, que tal vez el recuerdo solo sirviera para torturarme. Pensar en no ver nunca más el cambio de tonos al atardecer, el color de la tinta fresca sobre el papel, los ojos de las personas que te importan, incluso el color de la habitación en la que has crecido.
¿Daría igual? ¿Sería simplemente como un sueño? ¿Aprenderíamos a ver con las manos después de haberlo hecho con los ojos? Los colores no se pueden tocar.
Vivimos en un mundo de colores que muestran emociones y a veces nos preocupan tonterías, somos infelices, nos comemos la cabeza... y no vemos lo que tenemos a un parpadeo de distancia.
Un planeta multicolor delante de nuestras narices y preferimos hundirnos con agobios de pensamientos de futuro, de dinero y de todo en general.
En vez de arrancar los pétalos y preguntar "¿Me quiere o no me quiere?" tal vez deberíamos preguntarnos "¿Soy tan fácil de olvidar como un pétalo que arrancas o tan difícil como un color grabado si te quedas ciego?"
Al fin y al cabo, somos sentimientos y a cada uno puedo asociarle un color. La pregunta es si somos perecederos o recuerdos fijos en la memoria. Ayer quise ser lluvia, hoy quiero ser el arcoiris que no se puede olvidar.

Y colores en el viento descubrir...

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