domingo, 9 de enero de 2011

Divagaciones postvacacionales

El período vacacional llega a su fin y, en consecuencia, la vertiginosa aproximación de los exámenes.
Este curso mi querdida universidad ha decidido que puedo dividirme en dos sin ningún problema, así que me pregunto cómo voy a hacerlo. Si no nos cambian las fechas me tendré que buscar la vida para presentarme a dos asignaturas diferentes, en dos aulas diferentes, el mismo día, a la misma hora. Dos el día dos de febrero y otras dos el día cuatro.
Pero lo más importante esque el fin de las vacaciones significa mi retorno al blog, lo echaba de menos. Hoy me he despertado con el sol dándome en la cara. Mi primera reacción ha sido maldecir en voz baja que anoche no encontrase mi antifaz... para que yo pueda dormir necesito una oscuridad total. Después he abierto los ojos, todo estaba borroso y he pensado: ya no llueve.
Por un instante me he deprimido, anoche el repiqueteo de las gotas me acunó para ayudarme a dormir, aunque no ha evitado mis pesadillas.
Las siluetas difusas de mi habitación empezaban a hacerse nítidas, la sábana me asfixiaba hecha un nudo alrededor de mi cuerpo semidesnudo enrojeciendome la piel por la presión. ¿Cuánto tiempo llevaba en esa angustiosa tesitura? No me extraña lo que he soñado.
 Era una tarde calurosa de verano y una lluvia fina creaba figuras en la delicada superficie de un lago de un azul muy intenso. Estaba yo sola y decidía ir al centro del lago subida en una tabla que flotaba cerca de mí.
Justo en medio me quedaba tumbada, flotando a la deriva sobre el agua tranquila, bajo la lluvia. Mis párpados se mojaban cerrados y mis manos acariciaban con cuidado la cristalina inmensidad que me rodeaba.
Sin previo aviso, los rayos iluminaban el cielo, la lluvia se volvía torrencial y volcaba. Me reía, buceaba y sonreía sin preocuparme por nada. Pero, ya sabeis como son los sueños tan pronto estás en un sitio como en otro, en este caso tan pronto era verano como un helador invierno. Nadaba hacia el exterior y me topaba con una gruesa capa de hielo que me mantenía sumergida. No podía salir. No podía respirar.
Se estaba haciendo de noche y me quedaba a oscuras, sin oxígeno, sin ayuda, sola.
De golpe un trozo del hielo se rompía y entraba un inmenso rayo de sol que iluminaba mi salida. Los brazos ya no me aguantaban más, tenía frío y el corazón amenazaba con dar su último latido. Me acercaba a la superficie cuando he despertado.
Después de criticar al sol y tratar de cerrar los ojos para volver a dormir he recordado lo que estaba soñando segundos antes y me he levantado tan rápido que me he mareado, he tropezado con mi propia pierna y me he tambaleado hasta quedar agarrada al escritorio.
Mis pesadillas siempre me hacen pensar al despertar. ¿Qué se supone que significa en la vida real que me ahogue bajo el hielo? ¿Qué significa la luz que me hace escapar? ¿Por qué mi cerebro me odia y no me deja tener un sueño feliz de vez en cuando?
Echo de menos aquellos días en los que alguien me abrazaba al despertar, ahora yo abrazo a la almohada y creo que no le gusto...
Prácticamente puedo sentir el tacto del frío hielo siendo golpeado con mis puños, la presión en los pulmones muy parecida al peor ataque de asma que he tenido en mi vida... esa necesidad de respirar y notar que algo te oprime, que no puedes hacerlo, que la cabeza te da vueltas y estás a un paso de perder el conocimiento.
¿Por qué querría mi subconsciente que pasara por algo así esta noche? ¿Se supone que tengo que creer que me está enseñando algo? Pues lo siento, querida yo, pero o te explicas mejor o no entenderé lo que quieres decir.

"I wonder how, 
I wonder why...
yesterday you told me
about the blue, blu sky"
Lemon tree, Fools Garden


"When will those clouds all disappear?"
Angie, Rolling Stones 

La verdad es que hoy es uno de esos domingos vacíos, sin sentido, de transición, de reflexión que no lleva a ninguna parte y que solo sirven para sentir un pequeño hueco en el corazón que puede que antes no supieras que estaba ahí. ¿Qué no supieras de su existencia implica que no estaba ahí? Nada más lejos de la realidad, a veces no nos damos cuenta de cuánto necesitamos algo hasta que realmente tenemos tiempo para sentir. La vida hoy día es escalofriantemente rápida, no deja tiempo para las divagaciones del corazón. Tenemos la mente tan saturada de información que nos ahogamos en la absurda sensación de hinchazón que nos aprieta en las sienes hasta que no podemos más. 
Hoy, domingo 9 de enero del 2011, he sentido que algo no iba bien, que algo me quemaba por dentro sin saber el qué. Para terminar de colmar mi recién descubierta ausencia, he comprendido que hay cosas en la vida de las que uno puede arrepentirse con tanta fuerza que lo único que se consigue es empeorar la situación y pensar una y otra vez lo equivocado de aquella decisión. 
Ahora respiro y en cada bocanada de aire me alivia la carencia de agua a mi alrededor. Estoy viva, estoy a salvo, el oxígeno da vida a mi cuerpo... el mismo que anoche me hizo sufrir en sueños.
Estoy viva, estoy a salvo, hasta que Morfeo decida venir a por mí... Algunos días no lo consigue, el insomnio le echa un pulso nocturno y en ocasiones gana. Pero otras veces, cuando siento que me lleva... tengo miedo, miedo a ser perseguida, atacada, encerrada, enterrada... o lo peor, tengo miedo de ver la muerte como espectadora y no como protagonista. Miedo a escuchar gritos que no puedo socorrer, lágrimas que no puedo secar o palabras de despedida. 

 "Come on baby, dry your eyes..." 
Angie, Rolling Stones
 
 
 
 
 
¿Quién dijo que soñar fuera fácil? 
Quien fuera...mintió.


        

No hay comentarios:

Publicar un comentario