miércoles, 12 de enero de 2011

Life is too short...

Profesores de Biología hay muchos, 
pero como el nazi... ninguno.

 Hace unos años, en el colegio, me senté en la última fila cuando llegó el profesor de biología. No habría dicho nunca que un profesor de ciencias conseguiría que yo aprendiera más en cinco minutos que en horas, pero así fue. Durante 55 minutos aquel hombre hablaba de cosas que nos daban igual, despotricaba de política, hablaba de fútbol o de lo que le viniera en ese momento. En los últimos cinco minutos explicaba, no le hacía falta más tiempo.
Aquel día me di cuenta de que necesitaba gafas... suena estúpido, lo sé, pero recuerdo los esquemas que hacía en esos últimos minutos y recuerdo también que terminé sentándome cada vez más cerca de la pizarra.
Claro está... salvo al final de la clase yo estaba en otro mundo. Por aquel entonces escribía historias cortas para mis amigas. Sobre todo me acuerdo de Marta y de las veces que me repetía "¿has escrito más hoy?", eso me llevó a aprovechar biología para escribir. A él no le gustaba que no le escucharan, aunque no te importara lo que decía al menos tenías que fingir lo contrario... pero yo no lo hacía. Escribía y escribía, hasta que me vio.
Me pidió mi cuaderno para ver lo que estaba haciendo con la cara que siempre ponía cuando a alguien se le iba a caer el pelo. Leyó y simplemente le cambió la cara, sonrió y me devolvió el cuaderno diciendo "novelista, que no vuelva a pillarte sin atender." Fue ese momento exacto en el que su gesto cambió cuando me di cuenta de que pese a nuestros ideales políticos diferentes y su actitud... era un gran profesor.
Un gran profesor que con sus guiños cuando me veía escribir me daba ánimos para que siguiera, mejorara y tal vez algún día fuera algo más que un hobbie.
No voy a poder olvidar nunca su voz cuando tenía un mal día ("Hoy no estoy de humor, la bolsa ha bajado, el madrid ha perdido"), sus coñas inteligentes, los motes y sus exámenes. Por primera vez una asignatura de ciencias me gustaba y me esforzaba por sacar buenas notas.
Para todos los que alguna vez estuvimos en clase con él, siempre será llamado "el nazi", pero era un mote cruel que unos críos de generaciones anteriores a la nuestra le pusieron. Dicen que ese nombre surgió por su aspecto, rubio, alto y que imponía respeto. Cuando llegó a mí ya era canoso y no daba mérito al nombre.
Años antes le había dado clase a mi hermano y aunque siempre me han mirado mal los profesores por el recuerdo del vacilón de la clase que era mi hermano en el colegio, el nazi le tenía cariño. Tal vez porque se vacilaban mutuamente, tal vez porque mi hermano se encargaba de llevar el chandal del Real Madrid cuando ganaba un partido y tenía clase con él, el caso es que en mi familia caló mucho, incluso mi madre se llevaba bien con él cuando eran las fiestas del colegio o se encontraban.
Puede que os esteis preguntando a qué viene todo esto...
 Hoy me he enterado de que el nazi tenía cáncer. No pudo vencer. Esta es mi forma de decirle adiós. Me ha impactado tanto la noticia que todas sus clases me han venido de golpe a la memoria.
Aunque ya estoy en la universidad, sé que el colegio no será lo mismo sin él.

Supongo que nunca podré olvidar a una de las personas que me empujó a seguir escribiendo.
¿Quién se hará respetar ahora? El silencio de tus clases era sepulcral, solo se oía tu voz. Aun quedan la Chus, el moro, el churri, la Sagra y alguno más que al llegar hacen que todos se sienten.
Aitor se ha marchado, mi querido y punzante profesor de latín y cultura clásica.
Blanca seguirá siendo para siempre la mujer más encantadora que puede darte clase cuando eres pequeño. La profesora que más me ha marcado y que mejor hablaba a mis padres de mí. (- Blanca, hay un dinosaurio en el tejado. - Dejalo, está tomando el sol. - ¿Cómo va a tomar el sol... si es de plástico?) La mujer que me enseñó a los 4 años que no podía poner mi nombre sin tilde.
Aureliano, que me ponía sobresalientes en lengua por mis redacciones, que en la ESO se emocionó con una sobre "copito de nieve"... dijo que era la única que no había hablado de lo original o bonito que era, sino de su soledad y su encierro lúdico en vez de su libertad. Marisa, que me hizo tener pánico a los exámenes orales, que me castigó miles de veces... pero que aun así se hacía querer.
Maria José, Maria Dolores (a la pared, de florero), el buitre (al que por todos los medios quise que expulsaran del colegio por falta de moral, por capullo, por casi agredir a una amiga, por suspenderme lengua y literatura, para que al llegar a la universidad sacara un sobresaliente y me dieran ganas de hacerselo tragar), Parmi (que siendo una pobre niña de primaria me dijo "conseguiré que no te gradúes en este colegio" y que por más que intentó hacerme sufrir lo único que consiguió fue que la mirara con superioridad cada vez que pasaba de curso), Marifé (y nuestro odio común hacia un par de personas), el churri (con su siempre elegante modelito y su forma de coger el portaminas como si fuera de cristal al subrayar), Raúl (que me obligó a diseccionar una trucha), Valentín, Luisfer (y su horrible forma de cantar ópera a gritos por todas partes... y sus pantalones ajustados que me daban grima), Mariano (que descubrió que si canalizo mi ira no se me da tan mal el deporte).
Frase comprobada, Parmi dime otra vez lo que solías.
 Jesús, profesor de ética, profesor de filosofía... aunque suene cursi... profesor de la vida. En mi vida me he alegrado tanto cuando me han dicho el nombre del tutor de ese año como cuando en mi último curso me dijeron: este año tu tutor es Jesús.
Paco, que a veces me lo encuentro por mi barrio y me viene a la cabeza su hiperactividad y su pronunciación de su especial inglés.
Kuti, como olvidar a Apu. Olga, que me vio cuando el tequila hizo estragos en mi estómago en mi 17 cumpleaños y se preocupaba de ir al baño a ver si me había dado la vuelta de tanto vomitar. Cierto profesor de inglés que quiso que escribiera yo el discurso de graduación (que terminó siendo rechazado por "no ser gracioso" según la directora, ¿por qué tendría que ser gracioso abandonar el sitio donde estuve desde los 3 hasta los 17 años?) y que casi vino hace unos años al orgullo gay con nosotras. La Pitu con su extremo feminismo y su acertada labor al decir "ponte ahí así no hablas" juntandome así con mi amiga E. con la que hasta entonces no es que hubiera hablado mucho, pero que ahora doy gracias a la pitu por su colaboración. Sam, y su extraño atractivo y ese ligero parecido que veo ahora con mi osteópata. MªCarmen Aja y Juanjo en las clases de Dramatización. Javier y sus clases de E.F. El bizco y su manía de echarme al pasillo cuando lo único que conseguía era que me fuera a dar paseos por el colegio o a hablar con Paco a la cafetería.
Paco... Paco el de la cafe, que siempre me fiaba, con el que tenía cuenta desde siempre cuando no fiaba a casi nadie.
Han sido tantos años que no podría hablar de todo lo que pasé con cada profesor, en especial todo lo malo (que fue muchísimo) ya solo mencionarlos me cuesta un esfuerzo memorístico enorme. 1994-2007 dio para mucho.
Con todo esto solo quiero decir que cada profesor, para bien o para mal, deja una marca en nuestra memoria y hoy me da pena no poder decirle al nazi lo importante que fue para mucha gente, aunque otros le odiaran.

Como leí una vez, "No hay nada más triste que un recuerdo feliz."

- Pregunta seis... mmm veamos... ¿qué es el viento?.
El Nazi.

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