sábado, 7 de enero de 2012

Un minuto...


"Recuerdo que al llegar ni me miraste,
fui solo una más de cientos...
y sin embargo fueron tuyos los primeros voleteos."
Con las ganas, Zahara.



Hay cosas que no tienen razón de ser y, hoy por hoy, creo que son las emociones. En menos de un minuto nuestro cuerpo nos manda miles de señales que no alcanzamos a comprender.
Aparecen cuando menos te lo esperas, te llenan y eres incapaz de sacarlas de ti. Están ahí. Permanentemente. Pinchando. Provocando.
Quieren que hagamos, digamos o pensemos cosas y no podemos evitarlo. Es una orden interna que no hemos elegido.


"Durante algún tiempo esta elocuencia de los ojos,
más rápida y expresiva que la del lenguaje,
fue el único y discreto intérprete de nuestros deseos."
El satiricón, Petronio. 

Y ahí entra en juego lo de siempre, ¿es el destino el que elige por nosotros? ¿o es simple casualidad?
Puede que todo sea una cadena de acontecimientos que caen como piezas de dominó. A veces lo vemos venir, imparable... una tras otra las piezas van cayendo y se acercan cada vez más hasta llegar a donde nos encontramos.

"No sé qué acabó sucediendo,
solo sentí dentro dardos. 
Nuestra incómoda postura
se dilató en el espacio."
Con las ganas, Zahara.


Otras veces no somos conscientes de lo que sucede hasta que estamos metidos por completo en ello. Decidimos algo y el universo conspira para llevarnos la contraria. Y decimos cosas como "Fue culpa tuya... si no hubieras..." o "Claro... si es que era inevitable", "Yo no lo iba buscando...solo...sucedió."
Y despertamos con el paso de los días siempre buscando una figura en la cama que no está. Pisamos el suelo, el mundo real, para darnos cuenta de que ya sea el destino o la casualidad... nos odia.


"Ya pensaremos lo que hacer 
por si al final todo se acaba. 
Lo sé, será solo un momento y después...
tendremos que inventarnos qué hacer con tanta duda.
Tal vez no quede más remedio que arder
y convertir en humo la fe que nos desnuda.
Calmé las ganas de que me besaras...
Lo sé, Funambulista.


Quiero rodearme de otros tactos, otros olores, otras caricias. Y no puedo porque lo que busco está demasiado lejos. Y nos convertimos en emociones completamente intangibles, surrealistas, sin ningún tipo de lógica o explicación racional. Nos convertimos en víctimas de nuestra propia química, de nuestras conexiones neuronales, nuestras hormonas o nuestro corazón.


"Me has pillado dando vueltas al recuerdo,
contaminándome de soledad,
trazando un plan para querernos,
buscando fórmulas para escapar."
Cosas que no quise decirte, Funambulista.


Solo sé que no puede remediarse. No puedes encontrarle una explicación a que todo suceda a la velocidad de la luz. Unos tardan años en conocerse, otros en dos días sentimos que ya conocemos a la otra persona, aunque sea imposible, aunque jamás se cruzara una mirada.


Creo que esa es la emoción en la que se basa todo lo demás. La sensación de comodidad que te hace sonreír cuando te cogen la mano en el sofá o cuando te miran y ven algo que ni siquiera tú puedes ver en ti mismo.


Es ese extraño segundo en el que te descubres no queriendo decir adiós, no queriendo dar el último beso o mirar por última vez. Y llega ese escalofrío cuando esperas en el andén un metro que tarda en llegar y te planteas: ... si corro... aun podría cogerle y besarle una última vez. Pero no lo haces, no lo hice. Y creo que fue lo mejor... porque habría sido aun más difícil despedirse.


Ahora me pregunto cuál es el verdadero significado del Adiós que no quiere ser nombrado. Si no quieres despedirte... ¿Qué quiere decir? ¿que prefieres pasar frío en la calle a cambio de que te abrace sin soltarte durante horas? ¿o que te da miedo que después de despedirte te des cuenta de que todo ha sido algo efímero, pasajero, sin más trasfondo que el de un bonito recuerdo?


Lo peor es pensar: ¿soy tan típica como para soñar con historias que empiezan así? Pero vuelvo la vista atrás y le veo mirándome, ahí tumbados... después de haber tirado el colchón al suelo, sonriendo sin saber muy bien porqué.


Últimamente siento la necesidad de olvidar detalles y remarcar otros. Olvidar kilómetros, recordar besos. Olvidar tiempo, recordar miradas. Ojalá pudiéramos controlar el espacio tiempo, decidir dónde estar, con quién y por cuánto tiempo. No sé cómo se ve desde fuera o desde el otro punto de vista interno, solo puedo saber lo que yo vi, sentí y creí. Mis manos aun notan la forma de sus hombros, mis labios el tacto de los suyos y solo quiero pensar que aunque dije Adiós, no lo fue de verdad.


"Somos solo luz,
dos cobardes que no encuentran la manera,
dos idiotas que no saben cómo hacer
una vida con la vida que les queda.
No hicimos pie, y casi nos ahogamos sin saber qué hacer,
los dos nos abrazamos sin tenernos fe, 
sin tenerlo nada claro."
Solo luz, Funambulista.


¿A quién le importa lo que dices cuando lo que piensas no se corresponde? Digo Adiós y pienso No te vayas. Digo Adiós y pienso en cuándo repetir. Eso es todo, un enorme y absurdo bucle de despedidas que tienen sentido físico por la distancia, pero que no podría conseguir que lo tuvieran en el ámbito emocional.


Nunca se está realmente preparado para decir Adiós, así que hoy solo quiero recordar que le besé antes de coger el metro y que cuando leí "1 minuto" en el letrero de próximo tren... lo sentí como uno de los más largos de mi vida.


Un minuto para pensar, para mirar las vías y creer que la vida es tan compleja que no sabes cuándo vas a parar o si vas a descarrilar. Un minuto para salir corriendo por Madrid en busca de la promesa de que ese Adiós fuera un Hasta luego. Un minuto para sentarme en un banco saber que los trenes pasan, el tiempo siempre es el mismo y que las emociones no pueden ser controladas.


"Y será lo que quiera que tenga que ser
y será lo que quiero."
Doctor Desastre, Funambulista.


Un minuto para reflexionar si tres días son suficientes para tanta inquietud.


"Finjo que no sé y que no has sabido;
finjo que no me gusta estar contigo...
Y al perderme entre mis dedos
te recuerdo sin esfuerzo.
Me moriré de ganas de decirte...
que te voy a echar de menos..."
Con las ganas, Zahara.



Un minuto para saber que tres días son toda una vida.

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