lunes, 3 de diciembre de 2012

Vidas rotas jugando al "pilla pilla"


Parece imposible que algo así pueda pasarte a ti. Creemos que lo que vemos en las noticias siempre les pasa a otros, a gente que no tiene que ver con nosotros.


Y un buen día una llamada de teléfono te hace pisar la tierra. Las malas noticias son para todos. Ahora me parece que fue ayer cuando nos echábamos la siesta en una casa de la playa. Parece que fue ayer cuando se te ponían los ojos rojos de jugar a la Play Station. Parece que fue ayer cuando te negabas a ver Mamma mía en el cine.



Hoy, sin embargo, estás allí tumbado. No se sabe qué pasará. No sabemos si podrás mover los brazos o las piernas cuando todo termine. Y me da por pensar en lo mucho que te han gustado siempre las motos y los coches... me da por darle vueltas a que a veces los gustos salen caros. No me imaginaba que un día me dirían que habías tenido un accidente.



De golpe nos damos cuenta de lo frágiles que somos. Todo me asusta. Pienso que cuando me de la vuelta pasará otra desgracia. 2012, un año cargado de tristezas.



2012. El año en el que mi padre se puso peor que nunca. El año en el que le denegaron la invalidez. Porque no puede casi ni caminar, está siempre medicado... pero se supone que tiene que ir a trabajar en ese estado.


2012. El año en el que le dijeron a mi madre que tenían que operarla de cáncer de mama. Pruebas, hospital para un lado y para otro, operación, cicatriz...


2012. El año en el que un amigo apareció en las noticias sin nombre, nombrado como "varón de 19 años tetrapléjico". Toda una vida por delante. Una familia, una carrera, una novia, amigos, sueños...


Hasta aquí hemos llegado. Las desgracias se tienen que terminar. NO ES JUSTO. No es justo que esté adelgazando de puro estrés, no es justo que no tenga tiempo ni para llorar hasta quedarme vacía y tranquila.


Todos necesitamos una mano amiga que nos ayude a levantarnos, pero a vece todo está tan oscuro a nuestro alrededor que no atinamos a agarrarnos. Pero estoy harta, estoy muy cansada. Y si no veo lo que puede ayudarme a seguir adelante tendré que apoyarme en el suelo, impulsarme y salir del agujero porque hay mil cosas esperando fuera.


Tú y yo puede que no vivamos las mismas experiencias, pero nos parecemos. Tenemos en común la gran capacidad para morir de tristeza y resucitar con valor. Porque aunque algunas veces pensamos que no podemos, que no nos quedan fuerzas o que la vida es una sucesión de malos momentos, siempre nos queda algo que esperar, algo que soñar, algo que desear, alguien a quien querer y mil historias por vivir y contar.


Me levantaré... en algún momento. Hoy solo quiero seguir sentadita en mi rincón interior, vestida de niña con las coletas que llevaba cuando era pequeña, abrazada al muñeco de Mickey con el que dormía tiempo atrás. Quiero dejarme caer, llorar y gritar que no es justo, que no vale, que es trampa. Lo que yo quiero es echar a correr, tocar el punto exacto y salvarnos a todo gritando "Por mi y por todos mis compañeros". Y así todo iría bien.


Tal vez mañana decida ponerme en pie. Hoy solo soy un cuerpo que se ha levantado con esfuerzos inhumanos, ha ido a trabajar, ha notado el frío aire de diciembre en la cara y ha soñado con que la vida no es más que un larguísimo juego de críos. "Tinieblas", "Liebre", "Pilla pilla", "Escondite"... nombres infantiles de una realidad adulta.



Buscando el color en las tinieblas...


No hay comentarios:

Publicar un comentario