sábado, 29 de octubre de 2011

El oscuro pasajero


Dicen que es fácil aprender lo que está bien y lo que está mal, que es algo que nos enseñan desde pequeños, pero creo que en una sociedad moralmente confusa, como la de hoy en día, no es tan sencillo diferenciar.

¿Han cambiado los conceptos o nuestra forma de entenderlos?
Me doy cuenta de esto al ver como la muerte aparece a diario en los telediarios y no nos afecta o incluso en algunos casos se celebra. Decimos que matar está mal, pero no si es un terrorista o un dictador. Decimos que hay que someter a todos a un juicio justo y luego nos sorprendemos viendo la poesía que pueden tener personajes imaginarios como Dexter o Hannibal Lecter.

El ser humano no es bueno por naturaleza, eso es lo que todos nos esforzamos en pensar. El ser humano fue, es y será en esencia un animal más. De hecho en mi opinión el ser humano es uno de los pocos animales que mata por placer y eso nos sitúa muy por debajo del resto.

¿Quién no ha visto ese documental espectacular donde asistimos a una lucha entre ñus y cocodrilos? Lo vemos como si el mundo animal fuera salvaje. Sin embargo al rato pones otro canal y ves como en plena carretera unos coches acorralan a otro, se bajan sus ocupantes y se enzarzan sin miramientos a base de cuchilladas y rotura de cristales. ¿Y eso es la "supremacía humana"?

A veces me avergüenzo cuando escucho que somos seres superiores. Siempre he pensado que es superior quien se adapta al medio, nosotros desde el principio hemos adaptado el medio a nuestras necesidades. Unos dicen que hemos creado, otros pensamos que hemos destruido.
Escena de Hannibal en la que el asesino besa a la policía Clarice.

Esta noche he vuelto a ver con mis padres la segunda película de la saga del caníbal más conocido de todos los tiempos. Me parece un poco preocupante que la viva imagen de la tortura, el asesinato, la crueldad y la psicopatía sea a la vez la de un hombre romántico, elegante, sensible, educado y culto.



"Hannibal: – La he visto a usted absorta en el libreto. Tal vez le guste esto (dice tendiéndole algo que ella toma y lee)
Allegra: – El primer soneto de Dante de ‘la vita nuova’
Hannibal: – Es precioso
Allegra: – Rinaldo, mira esto.
Rinaldo: – Sí, sí, ya lo veo
Allegra: – Alegre me parecía amor teniendo en sus manos mi corazón/ y en los brazos tenía a mi señora en un velo/ envuelta durmiendo
Hannibal: - la despertaba y ella de ese corazón ardiendo humildemente comía/ después yo le vi partir gimiendo
Allegra: – Doctor Fell, ¿a usted le parece que un hombre podría obsesionarse tanto con una mujer tras un solo encuentro?
Hannibal: – ¿Sentir diariamente una puñalada de hambre de ella y encontrar su sustento con su sola visión? Creo que sí, ¿pero vería ella tras los barrotes de su empeño y suspiraría por él? "
Escena de la ópera, Hannibal.


Escena de Drácula, adaptación cinematográfica del libro homónimo de Bram Stoker.

Creemos que lo sabemos todo sobre la ética y la moral, pero en seguida nos dejamos seducir por los atractivos estereotipos del mal. Qué mejor ejemplo que los vampiros. Supuestamente un monstruo fantástico creado por la mente humana que chupa la sangre de sus víctimas hasta matarlas. Horrible, ¿no?

Pues por lo visto la literatura y más tarde el cine y la televisión creyeron que era mejor que ese increíblemente cruel ser, fuera en realidad la más pura manifestación de la sensualidad y el romance de aire oscuro, misterioso, lúgubre y en el fondo siniestro.

Es paradójico que algo a lo que deberíamos temer se convierta de golpe en algo que desear. ¿Es una pasión irrefrenable hacia lo prohibido o peligroso? ¿O es nada más y nada menos que un sueño humano sobre la muerte? ¿Cómo es posible que un personaje que encarna el papel de la muerte sea pintado de modo seductor? ¿o lo verdaderamente atractivo es el planteamiento de la crueldad y el hambre de sangre a cambio de la vida eterna?

Entonces, ¿no debería resultarnos también atractiva la historia de Frankenstein? Después de todo no deja de ser un monstruo que proviene de la muerte. Mi teoría es que no resulta atractivo el volver de entre los muertos, y sino que se lo digan a los apasionantes zombies pútridos que a muchos nos resultan un gran tema de debate y conversación, creo que lo que resulta atractivo es el poder ser malo de manera consciente, en pleno uso de tus facultades.
Frankenstein era un pobre desubicado que no sabía cuál era su sitio y que simplemente no tuvo tiempo de ser consciente plenamente del bien y del mal.

Los zombies no dejan de ser crueles y sangrientos, pero no son inteligentes, están demasiado muertos para ello, lo único que quieren es comer y seguir su camino guiándose solo por la siguiente campana de la cena.
Aquí entra el vampiro, el muerto que no envejece, no se pudre y que incluso está más bello que en vida, es el ser despiadado y egoísta que ha aprendido durante siglos que no merece la pena seguir la ética social. Por supuesto, siempre nos encontramos con el típico vampiro blando que cree que tiene el deber de torturarse pensando que lo suyo es una condena y que busca redención. Creo que esos vampiros han sido creados para que no parezca que la mente de la sociedad actual se deleita con la sensualidad sangrienta.
¿Somos todos entonces falsos e hipócritas al atrevernos a juzgar la crueldad ajena cuando en realidad sin ella no sabríamos dónde se traza la línea moral?

Para nuestra propia conciencia global, como seres grupales que somos, necesitamos un mínimo de equilibrio entre el bien y el mal en la ficción para no dejarnos hipnotizar por promesas de riqueza y amor a cambio de atrocidades. De ahí la creación de las "excepciones". Una de las más interesantes para mí es el personaje de Dexter, un asesino en serie que, en lugar de matar a diestro y siniestro, solo se encarga de eliminar a personas que han cometido verdaderas atrocidades, siempre con pruebas concluyentes de su culpabilidad. Y así nos parece que no es tan terrible... pero luego ponemos el grito en el cielo por la pena de muerte. Yo, por ejemplo, estoy totalmente en contra de la pena de muerte (aunque esté a favor de la cadena perpetua), pero no puedo remediar pensar que si alguna vez le pasara algo muy, muy, muy malo a un ser querido, me daría igual la ley, los juicios justos y todo. Si supiera quién es el culpable no podría quedarme de brazos cruzados esperando y que mientras esa persona disfrutase de la libertad que le ha negado a otros.
Trailer de la película Un ciudadano ejemplar.

¿Qué lógica tiene eso? Ninguna, creo que es simple pasión irracional, animal y sentimental. Es una vendetta ancestral que todos llevamos dentro. Es, como diría Dexter, el oscuro pasajero, salvo que el lo lleva siempre consigo y nosotros lo tenemos dormido.
 Somos buenos.
Somos buenos porque tenemos que ser buenos.
Porque es lo que nos han dicho que hay que ser.
Porque es lo que se supone que debemos ser.
Somos buenos porque el concepto de mal se lo dejamos a la ficción y las guerras, las peleas y las muertes innecesarias son tan solo el pan de cada día.
No somos malos porque depende de quién juzgue lo que hacemos puede que esté bien o que esté mal.
En el fondo solo seguimos nuestro propio concepto del bien, tal vez basado en parte en las enseñanzas y en la línea trazada por la sociedad.

Y cuando nos enfadamos, 
respiramos y 
le cantamos una nana 
a nuestro oscuro pasajero.

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