martes, 2 de noviembre de 2010

Salir a jugar

“Hoy mi piel desaparece,
hoy me vuelvo a descubrir,
un yo nuevo que no teme, escribir lo que hay en mi
respiro, desnudo, me siento tan seguro.
Decido, marcharme y rescribir lo que hay en mi.”

Despertar, La musicalité

 
“Intento pensar, procuro entender
No puedo avanzar, ni retroceder.”
Alma, La musicalité
 "Fuerte te ves, pequeño estás,
quiero abrazarte, te protegeré.
Esta fusión es irrompible...
no llores más aquí estoy."
En mi corazón (Tarzán), Phill Collins
  "Dulce voz ven a mí,
haz que el alma recuerde...
oigo aún cuanto oí,
una vez en Diciembre..."
Una vez en Diciembre (Anastasia)



Clap!clap!clap!clap! Se oye el repiqueteo de unos tacones, cada vez más rápido, un ruido descoordinado. Una niña pequeña baila sobre sus tacones de gitana, sus primeros zapatos de tacón. Disfruta escuchando el ruido que hace al mover los pies.

Años más tarde, una chica sincroniza el sonido de sus pasos con la música de su mp3. Al fin y al cabo no he cambiado tanto. Me gusta ese sonido que me hipnotizó de pequeña... clap!clap!clap!clap!


Algunas cosas cambian, ya no me paso la vida en el hospital, ya no duermo con Mickey (...bueno, casi nunca... solo cuando estoy deprimida), ya no soy tan inocente, ni tengo tanta ilusión. La vida nos va cambiando, pero en esencia somos los mismos.
Maduramos, o eso creemos, y nos convertimos en seres racionales. Olvidamos lo que era ser espontáneo, guiarse meramente por la curiosidad... Echo de menos la impaciencia, las preguntas absurdas que me entretenían durante días, la sorpresa al aprender algo nuevo, las lágrimas fugaces al perder algo o romperlo. Echo de menos el tiempo en el que mi corazón mandaba sobre mi cabeza.
Me gustaría dejarme llevar otra vez por sentimientos irracionales, sentir el cosquilleo de la aventura corriendo por mis venas. Quiero redescubrir las miradas furtivas y cómplices, los secretos que susurrábamos sin que los mayores lo supieran. Quiero emocionarme por un simple roce de manos, volver a arriesgar sin recordar el dolor de la decepción.
Lo que daría por poder olvidar cada fracaso para, por una vez, poder volver a vivir sin miedo a nada. Porque no puedes jugar con fuego cuando ya te has quemado, ni puedes saltar desde muy alto si ya te has raspado las rodillas hasta sangrar.

Quiero creer que todo es posible, que los Reyes Magos existen, que el Ratoncito Pérez cambia dientes por regalos, que el amor a primera vista puede suceder aunque sea entre un humano y una sirena, quiero jugar, cantar, saltar y gritar tirándome por un tobogán. Columpiarme alto, muy alto, ¡mucho más alto! sin recordar que me dan miedo las alturas y que me puedo abrir la cabeza...
Quiero soñar que las nubes son de azúcar.
Que mis juguetes tienen vida cuando cierro los ojos como en Toy Story.
Que algún día podría ser una ladrona como Carmen San Diego.
O volar en una alfombra mágica.
Quiero decir bien alto: ¡Supercalifragilisticoespialidoso!
 Dejar de pensar...
Escuchar a la Abuela Sauce de Pocahontas... Abre el corazón y lo entenderás...
  
"Seré más raudo que un río bravo, tendré la fuerza de un gran tifón, con la energía del fuego ardiente... la luna sabrá guiar el corazón."
 Voy a hacer todo un hombre de tí (Mulán)

  Ay... Volver a jugar con mi casa de muñecas, volver a enamorarme por primera vez, decidir coleccionar bolas de cristal de nuevo, volver a aprender a patinar con mi madre, pegarme con mi hermano, tener 4 años y dormirme con el pulgar en la boca, ilusionarme con el fin de primaria, decepcionarme con el principio de la ESO, correr por el patio del recreo jugando a Liebre, ir al Camelot a celebrar un cumpleaños, las piscinas de bolas, las casitas para las hormigas, volver a tener en mis brazos a mi muñeca madalena, olvidar el insomnio, descubrir el placer de escribir con pluma, leer por primera vez Romeo y Julieta...

"Un momento especial
en que brillo y me siento genial...
Mis dedos se arrugan
¿Qué puede importar?"
Un momento (La Sirenita 2)

La ilusión de la primera mascota (mi pequeña Fresisuise), de la segunda (Vodka) y la tercera (Pollo); el olor a libros nuevos, el primer beso de amor, la primera caricia, el primer "te quiero", el primer escalofrío...
Descubrir que odio los helados, que me gustan las novelas...
Los bocadillos de nocilla, los flashes en verano, Chicho Terremoto.
Las excursiones con el colegio, mi mejor amigo Pedrito.
Mi primera profesora, Blanca.
Las primeras excusas al no hacer los deberes.
Hablar sin pensar en lo que se dice, ser un niño adulto. Amar sin miedo al dolor. Besar sin miedo al rechazo. Jugar a cada oportunidad.
Solo...
VIVIR.


"El cerebro puede esforzarse en dictar leyes a la sangre, pero un temperamento fogoso sabe eludir siempre una fría sentencia."
El Mercader de Venecia, William Shakespeare


Al fin y al cabo, ese pequeño espíritu sigue ahí, en alguna parte, escondido. Nuestro yo infantil está esperando a que volvamos a escuchar lo que tiene que decir. Aguardando su momento, deseando que nos cansemos de ser "mayores sabelotodo", cobardes y aguafiestas.
A tí, si a tí pequeña yo, te digo que eres libre. Haz conmigo lo que quieras, si la cabeza solo trae problemas, probemos con el corazón. Es tu momento, sal a jugar. ¿Qué puede cambiar? Que esta vez, volveré a empezar. Sin miedos, sin arrepentimientos, renacer para seguir creciendo.









 ¿Juegas?




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