viernes, 5 de noviembre de 2010

La chica del andén de enfrente

 
Tenía diez años cuando me topé por primera vez con La chica del andén de enfrente de jorge Gómez Soto. Recuerdo que en el colegio teníamos un armario "biblioteca" de donde íbamos leyendo libros acordes con la edad, teóricametne.
Típica trama adolescente, hermanos que no se llevan bien, instituto, borracheras, chicas... Quién me iba a decir a mí que me pasaría siete años buscando tratando de encontrar el libro que tanto me gustó de pequeña. Y quién iba a imaginarse que terminaría teniendo dos porque fue la misma idea de regalo sin ponerse de acuerdo. Después de casi diez años desde que lo leí en el colegio, no puedo evitar seguir mirando hacia todas partes en el metro esperando una señal de que el destino también puede acertar con mi estación.




La chica del andén de enfrente, cuento de Miguel.

"Aparecí así, sin más, caminando por el andén de una estación de metro. Me giré y vi que una chica que caminaba a mi altura en el andén de enfrente se volvía al mismo tiempo.- (...) El protagonista del cuento se para a lav ez que la chica, en el centro del andén, y se quedan mirando el uno al otro, la chica y él cruzan miradas cargadas de deseo. Se conocen de sobra sin haberse visto antes porque ambos se estaban buscando desde hace mucho. No podían dejar de mirarse. En cada andén las pantallas indican que quedan tres minutos para la llegada de sus respectivos trenes. El tiempo se va acabando. Todo lo hacen igual, como si cada uno fuese el reflejo del otro.- Entonces se empezó a escuchar el ruido.- Cada uno mira hacia un lado y ve a lo lejos, por el pasillo oscuro, las luces del metro y su reflejo sobre los raíles acercándose en la oscuridad. Vienen al mismo tiempo y el ruido se acompaña ahora de un temblos que estremece suelo y paredes. El destino ha acertado con la estación pero se ha equivocado de andén. Cada segundo les acerca al final. Las miradas ya son de amor desesperado, de despedida inevitable. Entonces, cuando la tensión es casi inaguantable, ella hace un gesto apenas perceptible que él, y solo él, comprende al instante. Sin pensárselo salta a las vías y corre hasta el otro lado. Con un brinco felino, se encarama al andén de enfrente, entre un ruido ensordecedor de máquinas y gritos. - Así supe, que ése era mi andén y la de esa chica mi dirección."

Metro de Madrid... Vuela.

Ilusiones infantiles en los metálicos ríos de Madrid. De casa a la Universidad, un trayecto largo que dan para pensar demasiado. "Ése era mi andén y la de esa chica mi dirección." Inevitable suspirar por un flechazo en la mirada.

Lo peor no es imaginárselo cuando uno va solo, con su música y mirando como todos andan al ritmo de las canciones. Lo peor es cuando imaginas por completo una historia que sabes que nunca ocurrirá, no solo en el metro, en casa, antes de dormir... Deseos irritantes que no puedes sacarte de la cabeza ni con bisturí. Porque a veces lo que más llega a molestar es que nuestra imaginación trabaje sin consentimiento.



"Escapar nunca te hará libre",
Kenny Loggins.
"With no secrets. No obsession.
This time I'm speeding with no direction.
Without a reason. What is this fire?
Burning slowly. My one and only...
desire..."
Desire, Ryan Adams.

Deseos...

El deseo es potente, desesperante y completamente impredecible. Todos de vez en cuando negamos el deseo que sentimos, esperando que eso lo haga desaparecer junto con todas las preguntas incómodas que no queremos responder y las complicadas verdades que preferimos no ver. Lo que pasa cuando el deseo aumenta sin nosotros es... ¿inesperado? ¿Como nos enfrentamos a eso? ¿Debemos siquiera internarlo?
El deseo es la fuerza mas poderosa de la tierra, la semilla de la que todo nace. Le da la vuelta al mejor de los planes, desafía a quien creemos ser, desobedece a todo lo que creemos necesitar.
 Serie Being Erica, capítulo seis de la tercera temporada.


“He aprendido, y encuentro la lección cierta, que los remedios emponzoñan al que de tal modo se siente enfermo de vos.”
Sonetos, William Shakespeare.
El deseo, ese arma de destrucción íntima que nos puede cada día. El veneno que corre por nuestras venas con cada fantasía. Y por desear, deseamos casi siempre aquello más difícil de alcanzar. ¿Por qué nos alejamos tanto de nuestros límites? ¿Por qué anhelamos lo que no podemos tocar?
Después de todo es naturaleza humana, se le llama comunmente estupidez. Incapaces de borrar las barreras que marcan nuestras fronteras, suspiramos por lo que queda fuera de ellas sin intentar cruzarlas. Va a resultar que Freud tenía razón, nos dividimos en Ego (cabeza controladora), Superego (reglas del juego) e Id (instintos, principio del placer). Si tan solo pudieramos cambiar nuestras propias reglas... y gritar "¡A LA MIERDA TODO! ¡Hoy voy a ser libre!" ¿Sería un caos? ¿o saltaríamos a las vías, cruzaríamos el andén y seguiríamos nuestra verdadera dirección? ¿llegaríamos siquiera a saber que andén nos corresponde? ¿seríamos quien espera o quien se aventura? Sé que siempre escribo lo mismo pero... ¿de qué tenemos tanto miedo?
 Miedo y deseo... unidos en matrimonio desde tiempos inmemoriales.


Pasión...

"Pasión. Está dentro de todos nosotros, durmiendo, esperando. Y aun sin desearlo, sin pedirlo, se desata. Abre sus fauces y aulla. Nos habla, nos guía, la pasión nos gobierna a todos y nosotros obedecemos, ¿qué remedio nos queda? A veces duele más de lo que podemos soportar. Si pudieramos vivir sin pasión, tal vez encontraríamos algo de paz, pero estaríamos vacíos. Habitaciones vacías, destartaladas y humedas. Sin pasión estaríamos realmente muertos."
Serie Buffy Cazavampiros.

“I could stay home every night
Wait around for Mr. Right.
Take cold showers every day,
and throw my life away…
on a dream thar won’t come true…"
There are worse things I could do, Película: Grease.

Al menos podemos tener claro que no siempre los impulsos son controlables, habrá momentos donde la rabia, la pasión, la tristeza o el simple desenfreno puedan más que el "ego". No podremos luchar contra esa fuerza inexplicable, incontrolable, animal. Y, aunque solo sea por un momento, seremos libres dentro de nuestras fronteras. Encerrados en la opresión social, encarcelados sin escapatoria ante la moral establecida, prisioneros del miedo y torturados por el deseo... c'est la vie. Solo podemos esperar que algo atraviese la carcel que nos rodea y en ese cubículo demos rienda a oscuros y secretos pensamientos.



“La lujuria… es una locura cuando se la persigue, y una locura cuando se la posee; 
excesiva al haberse tenido, al tenerse y en vías de tener; 
felicidad en la prueba y verdadero dolor probada; 
en principio, una alegría propuesta; después, un sueño.”
Sonetos, William Shakespeare.
Las mejores experiencias son aquellas que no esperamos, que deseamos con locura, pero que nunca llegan. Hasta que un día, miras a tu lado. Y ahí, junto a tí, en el andén de cada día te das cuenta de que al fin ha aparecido... el tren que tanto soñabas, el que has estado rogando dormido. Por un momento piensas que pasará de largo, que para variar no era el tuyo, pero entonces para. Frente a tus ojos incrédulos se abren las puertas y al fin, ¡AL FIN!, puedes subir.

Desde niña... esperando.

  
Seguiré mientras tanto esperando en el andén con la esperanza de que el próximo sea mi tren.


   
     
   

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