miércoles, 23 de marzo de 2011

Por el miedo a equivocarnos


A veces cuando decimos algo no suena como queríamos porque es lo que pensamos lo que tiene sentido. "Ha sonado peor que en mi cabeza..."
A veces pensamos en las cualidades de alguien y olvidamos la objetividad, dando más importancia a las palabras que a los motivos que nos llevaron a decirlas cuando debería ser todo lo contrario. Decimos "es imbécil" cuando realmente sería "le tengo envidia". Decimos "está impresionante..." exagerando a ojos de otros lo que nuestros sentimientos nos hacen creer. 
Entonces... ¿importa lo que dices o importa la razón que te llevo a decirlo? 
"Como un salto en el vacío
De quien no teme a la muerte
Otra noche en el hastío
De no poder entenderte"
Tu mirada me hace grande, Maldita Nerea.
Solo una persona puede intentar entender tus motivos, tú mismo. Porque por mucho que trates de explicarte no lo conseguirás. Un día puedes darte cuenta de que tu forma de decir "te quiero" a un amigo es darle una colleja. Otro día dices "te odio" pensando "me importas demasiado". Al siguiente te ríes cuando nadie te mira porque te has hecho gracia al tropezar contigo mismo. Tal vez en otro momento respondas a una declaración con un "gracias" o un falso "yo también". 
"Éramos distintos, imposibles
y en futuro menos claro
Entender bien lo que dices
me hace sentirme tan raro.
"
Por el miedo a equivocarnos, Maldita Nerea.


"Yo no pido casi nada
que se pierdan mis sentidos
y se nuble tu mirada.
Pero el miedo nos consigue.
Se hace grande en estas manos."
Por el miedo a equivocarnos, Maldita Nerea.

Estamos hechos de contradicciones y me incluyo sin dudarlo. Quiero decir una cosa y digo algo totalmente opuesto. Quiero hacer algo y mi cuerpo no se mueve. Pienso algo tan cursi que me sube el azúcar y de mi boca sale algo de todo menos romántico. Me muero por mirar hacia arriba cuando llueve y termino con la cabeza hacia el suelo. ¿Por qué es tan difícil hacer lo que quieres y decir lo que piensas? ¿Por qué engañamos al mundo con tanta contradicción?
"Si quisieras confiar en mí
Nunca es tarde, tarde, tarde
Necesito verte aquí
Tu mirada me hace grande
Y que estemos los dos solos
Dando tumbos por Madrid, sin nada que decir
Porque nada es importante
Cuando hacemos los recuerdos
Por las calles de Madrid..."

Tu mirada me hace grande, Maldita Nerea.
"Veras a mi lo que me va es tumbarte en el suelo
Para decir con la mirada lo que con mi voz no puedo
Ya no seremos nunca extraños
Ya no seré quien siempre te lo dice
Y hare que el frio nunca encuentre tus abrazos..."
Cosas que suenan a..., Maldita Nerea.


"Entras en la habitación, porque me has hecho venir,
siempre terminas sacando lo malo de mi.
Ayer decías que no, y ahora me dices que si,
soy tu problema y tú el mal que me hace sufrir."
Ninguno de dos, Maldita Nerea.


"Pero sin correr, que no haya prisa, 
te convenceré con millones de sonrisas
Para que te despiertes de una vez 
y te des cuenta que no hay nada que perder."
Hace tiempo que dices, Maldita Nerea.
Tenemos derecho a tener miedo a mostrarnos tal cual somos. Hoy hablando con P. me ha recordado que siempre le decía cuando estábamos juntos que él iba de frío, pero que en el fondo no lo es. ¿Por qué nos ponemos una máscara? ¿Para protegernos? Puede que piense que no tiene tacto, que es un poco insensible... pero sé que en el fondo su problema es que tiene miedo. Por culpa de su cobardía salí yo perdiendo, no es justo.
No quiero volver a creer en causas perdidas. Pensar que algo se esconde dentro. Que es cuestión de tiempo. No quiero que me hagan creer y luego caer. Pero ¿cómo darse cuenta de si estás cometiendo el mismo error? 
Empiezas a tener miedo cuando ves que haces algo simplemente porque te apetece hacer una estupidez sin sentido. Sin sentido para nadie, salvo para ti.
Porque a veces importa menos el Qué, que el Porqué. 
¿Por qué? Porque un gesto es como un beso, no importa cómo sea sino lo que te llevo a hacerlo, alguien.


"- Ve y líate con otra chica...
(...)
- Pareces una calabaza, puta."

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