domingo, 6 de mayo de 2012

Sin agua y sin oasis.


Dicen que la enfermedad es difícil, que el sufrimiento y el dolor cambian a una persona. No estoy de acuerdo. No cambian a una sola persona, cambian a todos los que lo sienten a su alrededor.


Me hace mucha gracia que digan "Tienes que ser fuerte por él", "Tienes que aguantarte" o hacerte creer que por sentirte mal estás actuando en contra de la persona que te importa. ¿Con qué derecho? Todos tenemos derecho a sentirnos solos, débiles, preocupados, deprimidos o, incluso, empatizar en extremo con la persona afectada, y no por eso somos peores personas, somos simplemente más sensibles.


Y si el día de mañana te dice el médico "Posiblemente heredes lo que ahora ves padecer", ¿entonces qué? ¿Tienes que seguir comiéndote el hecho de tener miedo o de ir perdiendo las esperanzas? No me parece justo que hablen sin saber, que juzguen sin estar ahí o que crean que todo es muy sencillo por la simple razón de que lo ven desde fuera.


Aprendí hace mucho tiempo a no decir lo que siento por miedo a que los demás se sintieran mal por mí, pensando que ya había bastante dolor en mi entorno. Ahora tengo claro que todos necesitamos vías de escape. Necesitamos vacaciones emocionales.


Llegados a un punto en el que no podemos evitar pensar una y otra vez en el mismo tema, que investigamos hasta la saciedad como curar lo incurable o al menos conseguir una medida paliativa que no estropee aun más la salud... Llegados al extremo de llorar cada vez que alguien habla directamente del tema y no poder respirar cuando piensas que todos tus intentos caen en saco roto... Es cuando hay que encontrar la forma de que una parte de nosotros escape.


Una pequeña parte que respire, que nos alivie y no sentirnos culpables por ello. No pensar que estás haciendo algo malo por intentar tener un momento para tí.


Y cuando te has convencido de que es eso lo que tienes que hacer te sueltan una retaíla de "No puedes dejar que siga así, tienes que empujarle a que pruebe otro tratamiento, tienes que, tienes que, tienes que". NO, yo no tengo que hacer nada. Yo tengo que estar ahí, abrazar, besar, hablar, escuchar, animar y ser un apoyo todo lo que pueda y tal vez un poco más. Pero yo no soy médico, ni psiquiatra, ni puedo obligar a alguien a seguir más utopías porque me siento culpable cada vez que una de mis esperanzas fracasa, no por mí, sino por él.


Porque cada vez que descartan una cura vuelvo a la misma mierda. Vuelvo a pensar que todo el tiempo que invierto en pensar, en investigar, en hablar con especialistas... No sirve para nada, solo para decepcionarle una vez más sin querer. Yo no puedo seguir así, no puedo escuchar más "Tienes que" porque me desespero y me duelen las mandíbulas de morder todas las palabras que no digo y me escuecen los ojos de no llorar todo lo que necesitaría.


Y lo peor es que hoy lo que necesito no me lo puede dar nadie, porque ni siquiera saben que estoy así. No quiero volver a escuchar nunca un "No te preocupes, todo saldrá bien", ¿El qué exactamente? ¿Qué es lo que va a salir bien? ¿El enésimo tratamiento para una enfermedad que ni siquiera están seguros de que sea la correcta?


Y ahora, ¿por qué no?, empeoramos la situación social para que las personas como yo no podamos parar de pensar en cómo vivir, cómo conseguir el dinero que esta mierda de vida implica, por si acaso el día de mañana con las reformas laborales echan a una persona enferma dejando a toda su familia expuesta.


Me doy cuenta de que eso a él también le afecta. Estar de baja sabiendo que otras personas están ocupando tu lugar, el lugar que tantos años de esfuerzo te supuso conseguir, para que en un momento dado te den la patada y te dejen tirado en la calle con una mano delante y otra detrás, con una familia, una hipoteca y una enfermedad así. Y cuanto más le afecta a él, más me afecta a mí. Y se cree que no me doy cuenta de que lo pasa mal y me lo echa en cara diciendo que no le entiendo. Me desquicio y termino llorando cuando no me ve o pegando a mi saco de boxeo con tantas ganas que cualquier día lo descuelgo de la pared o me rompo un brazo.


A veces estoy tan enfadada que ni siquiera sé qué me ha llevado a estarlo. Respiro y trato de pensar en algo diferente. Trato de irme en un tren mental muy lejos, donde no pueda escuchar ni ver nada relacionado con esa angustia. Cierro los ojos muy, muy fuerte, imaginando todos los estereotipos de la tranquilidad que existen... que si bosques con pajaritos, aguas tranquilas, las olas del mar... Y lo único que consigo es ponerme histérica por querer viajar y no tener dinero para ello, por querer alejarme de todo y sentirme como la peor persona del mundo por desearlo.


No me ayuda la música relajante ni me concentro cuando intento leer, cuando es lo que más me gusta en este mundo, no puedo estudiar a fondo ni respirar sin sentir que me falta el aire ni comer hasta que se me quite el hambre que no es más que ansiedad.


No puedo echar a andar sin preocupaciones, sin mirar las horas que pasan o el tiempo que queda para regresar. No puedo estar al 100% en nada porque una parte de mí siempre está pendiente de lo que hay en casa incluso estando lejos.


Siento la necesidad de perderme. Huir. Ver nuevos atardeceres en nuevos lugares. Coger aire hasta que me duelan los pulmones. Llorar sin sentirme mal por ello y sin pensar que quien me esté viendo debe pensar que soy una pesada, una triste o patética chica que no sabe lidiar con su vida.


Hoy no me encuentro bien, supongo que es bastante evidente. Yo misma me he mirado al espejo y he pensado "Por dios... que mala cara tienes hoy". Hoy es el día de la madre y yo no he podido pasarlo con la mía porque he tenido que ir a una barbacoa familiar dejando a mis padres en casa porque él no podía levantarse de la cama. Me encantan las barbacoas familiares, pero de verdad que no sé cuánto tiempo voy a poder soportar que me presionen, aun sabiendo que no lo hacen queriendo, para que esté ahí codo con codo sufriendo una enfermedad que no tengo, pero que según el médico puede que algún día desarrolle.


Y mientras tanto, ¿ellos qué hacen? Llamar de vez en cuando, alguna visita... Investigar de cuando en cuando alguna alternativa para su tratamiento, creyendo que ahora mismo voy a coger 3000 euros y me voy a ir a Suiza a ver a un tío que ni siquiera sé si es un timador o consigue lo que promete. Es como gritar sin emitir sonidos, como si todo a mi alrededor fuera desierto y en lugar de darme agua se limitasen a decirme "Sigue avanzando que algún día encontrarás un oasis".


Yo sé dónde está mi oasis personal, mi sitio seguro. Sé dónde están los abrazos que necesito ahora mismo. Pero desgraciadamente está demasiado lejos siempre y mucho más en días como hoy. Si tan solo pudiera abrir una puerta, llorar en un abrazo y sentirme por un segundo liberada... ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? ¿Por qué no puedes vivir aquí al lado? ¿Por qué no podemos estar siempre sanos y felices? ¿Por qué no he acabado ya la santa carrera que me está atosigando? ¿Por qué nadie lo ve? ¿Soy invisible? ¿Se creen que estoy hecha de piedra y que puedo ser un pilar maestro que evite que todo se derrumbe?



¿Por qué no estoy más lejos?

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