jueves, 10 de mayo de 2012

Guardar borradores sobre ideas guardadas.


Resulta que me pongo a mirar la configuración de mi blog y descubro que el post que he publicado esta tarde era el número 200. Y he decidido ver los borradores que nunca llego a publicar. Al azar he escogido uno y aquí está, sin retocar, sin alargar, simplemente una idea que nunca vio la luz. 
¡Alcanzo con este borrador mi post número 201!


“Revelar la verdad es encender una cerilla, puede iluminar,
ayudarte a ver mejor o puede prender fuego a tu mundo.”
Being Erica

¿Cuántas veces hemos guardado un secreto hasta el punto de olvidarlo? ¿Cuántas veces hemos seguido a alguien con la mirada sin que se diera cuenta, hasta que un día olvidas por qué lo haces, convirtiéndolo en adicción? Nos aferramos a los secretos como a la piel de nuestro cuerpo. Pero realmente no sirve da nada.


Ocultas un vicio, un sentimiento, un cotilleo, da igual... o se sabe, o se olvida. Es triste pensar que cuanto más fuerte escondemos algo, más valor le estamos restando. Creemos que al ser "solo nuestro" es más intenso su significado, estamos equivocados. Significa condenar un pensamiento al olvido o profundizar tanto en él que se termine convirtiendo en infección, que nos consuma desde dentro.
Allá voy, memorizando inconscientemente cada centímetro de un cuerpo que no es el mío, solo con la mirada. Mirar, mirar, mirar, nunca tocar. Se acelera el ritmo de la respiración, el labio inferior sufre levemente al ser mordido con deseo... Y no me ve. ¿Por qué debería verme? Yo solo soy yo, ¿qué importancia tiene una mirada?


Creo que si se mira a alguien con mucha intensidad la otra persona debe notarlo, aunque esté a dos kilómetros. Ese cosquilleo que te hace pensar: "me siento observado". Si lo notas y no sabes de dónde viene esa sensación te angustias, pero ¿cómo vas a saber que son esos ojos los que te miran? Es complicado, como todo. También está ese otro nerviosismo de... "¿y si me pilla mirando?" ¿Estúpida solución? Girar la cabeza, tratar de pensar en otra cosa y escondernos de nosotros mismos. Nos volvemos invisibles, somos nuestro propio secreto. Encarcelados con las adicciones más arraigadas de cada uno. Como dice Carlos Ruiz Zafón en Marina: 

 
Pero lo único que hace a los secretos serlo es la oscura necesidad de que sean revelados. Esa ansiedad que nos quema, nos grita, nos rompe... Cuanto más queremos ser descubiertos, con más fuerza ocultamos lo que sentimos.

“Los silencios nunca quieren ser
los que guarden tanto que perder,
lo que no se puede ver, ya ves,
que no lo quieren ser.”
Ya lo sabes, Antonio Orozco
“Tan solo un adicto,
un adicto de tu Sol.
Y es que con solo un cachito,
un pedacito de tu luz,
yo llegaría al cielo
o me caería al suelo.”
Cachito, Maná

¿Dónde van las miradas perdidas?¿Dónde van los deseos sin realizar?¿Dónde se quedan los besos que nos quedamos sin dar?¿Y las palabras que callamos por cobardía?¿Los sueños que olvidamos?¿Los abrazos que olvidamos robar?¿Las caricias que no nos atrevemos a realizar?¿Dónde se guardan las cosas que dejamos ir? Posiblemente si existiera un sitio donde todo esto fuera a parar... sería allí donde yo querría estar. 


¿Cómo saber qué significa un simple pestañeo? Para quien lo hace, es un mundo de palabras. Para quien lo recibe, posiblemente nada.  



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