Hoy la pequeña E. me ha regalado este libro. Se nota que me conoces... es muy... Yo.
¿Cuántas veces me he sentido como la niña del árbol rojo?
¿Cuántas veces he dicho que por muy mal que se pongan las cosas la esperanza nunca se puede dejar marchar?
Solo puedo decirte que gracias una vez más por conocerme como me conoces y porque igual que en cada página hay una hoja roja... en la vida solo tienes que buscar las pistas escondidas que te llevan al árbol final.
Así que nos queda pensar si hemos visto las hojas rojas a lo largo del camino o si tenemos que empeñarnos más para llegar a nuestro destino.
Hoy, E., tú eres la niña del árbol rojo.
¿Estás siguiendo el camino de hojas?
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