sábado, 27 de agosto de 2011

Zapatos de cristal para ti.


Dicen que el destino hace que todo llegue, que lo tiene todo pensado, que si lloramos es por un motivo y si reímos es por otro.


Dicen que el karma ajusta las cuentas de la vida, que te devuelve lo malo que des y te recomensa lo bueno.
Dicen que si deseas algo con la suficiente intensidad, lo conseguirás.
Dicen que si dices un deseo en voz alta no se cumple.



Dicen que hay una persona para cada uno.
Dicen que cuando una puerta se cierra se abre una ventana.
Dicen que los cuentos de hadas son una realidad contada con imaginación.

Y dicen que la excepción confirma la regla.

Desde pequeños escuchamos frases repetitivas sin aparente sentido común... y llegados a la edad adulta nos sorprendemos a nosotros mismos convertidos en aquellos que nos dijeron esas cosas. Empieza a preocuparnos el mancharnos de barro porque sale fatal de la ropa, no saltamos sobre los charcos porque si nos mojamos puede que cojamos frío, no corremos al televisor para merendar viendo nuestra serie favorita porque ya casi no hay tiempo para pararse un rato a esas horas.
He cambiado mucho a lo largo de los años, a la vez que en otros aspectos he decidido clavarme y no moverme por nada del mundo. En mi segunda casa (la primera no la recuerdo muy bien la verdad), mi habitación era de color rosa, tenía ositos en las paredes, una cama alta de color blanco con un edredón rosa con gatitos y, por supuesto, tenía un vestido de princesa rosa que me habían hecho a mano.
Adoraba esa habitación, pero había algo que no encajaba en ella... Yo.
Los niños quieren lo que no pueden tener, es irónico que llegados a la madurez ese siga siendo un sentimiento común. Recuerdo que iba a casa de mi vecino a jugar con sus cosas y él venía a la mía para lo mismo. Y sino, me colaba a jugar con las cosas de mi hermano. Siempre queremos lo que no está en nuestro poder y no somos conscientes de lo que tenemos... algo extensible a todas las facetas de la vida.
 A los ocho años me mudé a donde vivo hoy. Conmigo vino mi cama blanca, mi papelera rosa de ositos y mi vestido. Las paredes pasaron a ser amarillas, las cortinas amarillas y verdes y mis bolas de cristal empezaron a multiplicarse. Aun así algo fallaba.
El pequeño vestido jamás volvió a valerme.
¿Qué fue lo que pasó? Un día eres una princesa que se atreve a lanzarse con unos pequeños tacones y un vestido largo por todos los columpios del colegio sin miedo a romperse un hueso, y al día siguiente has crecido y no hay más columpios ni princesas sin miedo.
 Sin darte cuenta has crecido. De un día para otro mi habitación se llenó de posters de cantantes que me parecían increíbles por su ropa, su estilo o su voz. La cama blanca desapareció. Mi armario se llenó de ropa negra y roja. Llevaba un horrible aparato en los dientes, vestía como un chico y en clase prácticamente nadie me caía bien.
 Y de pronto mis paredes se convirtieron al morado, en mi armario aparecieron colores chillones aunque el negro seguía siendo el principal, los posters fueron sustituyéndose por fotografías, la ropa de chico fue disninuyendo y sin darme cuenta los vestidos se multiplicaron y los zapatos de tacón se convirtieron en el objeto de mi idolatría.

Sin esperarlo, rompieron por primera vez mi inocente corazón y me hicieron llorar. Me dije que para encontrar el cuento de hadas perfecto, habría que besar a muchos sapos.
Me dejan sola en casa y a pleno pulmón canto las canciones de La sirenita, de Pocahontas, de Mulán, de Anastasia y de Megara. Porque ellas son las verdaderas princesas. ¿Qué hizo Blancanieves a parte de huir, esconderse y limpiar? ¿Por qué la cenicienta no plantó cara a su madrastra, por qué se dejó pisotear por sus hermanastras?

Ariel visitó a la bruja más malvada del mar, hipotecó su voz y su alma para poder ver más allá de su mundo. Que con un cuerpo diferente al suyo, desnuda y sin voz quiere vivir un día como una verdadera humana y encontrar el amor. Y que después busca incansable a su hija por todo el mar.
 
 Pocahontas ignoró un matrimonio concertado, retó a su padre y a su tribu, luchó por amor y al final le dejó marchar porque era lo que tenía que hacer. Recuerdo lo triste que me pareció que Kokum muriera con el dolor de que Pocahontas no le había escogido a él, pero ella no podía hacer nada, si no le quería qué podía hacer.

Mulán salvó a su padre de una muerte segura luchando en la guerra. Fingió ser un hombre y fue una gran guerrera. Salvó vidas y... ¡qué narices, un personaje que se corta el pelo con una espada merece ser recordado! Y cuando piensa que él ha muerto, no se resigna y sigue luchando.

Anastasia se cría en un horfanato y a los 18 años tiene que buscarse la vida, con Rasputín queriendo matarla a cada paso que da. Ella que tuvo el valor de dar una bofetada al hombre que quería cuando mintió. Ella que terminó con el asesino de su familia y salvó a Dimitri.

Y Megara que hace un trato con el Dios del Inframundo para poder superar un corazón roto, que se atreve a desafiarle, que es inteligente, manipuladora y capaz de todo por aquello que quiere. "Creen que un no es un sí y un lárgate...tómame, soy tuya."
 No puedo olvidar lo que lloré cuando casi muere La Bestia y la pobre Bella llora desconsolada porque ella fue capaz de ver más allá de su apariencia, más allá de la superficialidad por la que él fue castigado. Ella se enamoró y siempre pensó que tras esa máscara se escondía un gran corazón.

Jane salta de una barca cuando va a volver a casa para poder quedarse con Tarzán, deja la ciudad para vivir entre gorilas, mosquitos, humedad, calor y peligros, porque prefiere arriesgarse que arrepentirse. 
 
 Esas son mis princesas. 

No la Bella Durmiente que es tan torpe de quedarse en coma por pincharse un dedo cosiendo. Ni la Cenicienta que se resigna a ser esclava. O Rapunzel que no fue lo suficientemente hábil como para escapar de la torre, pese a haber podido colgarse por su pelo y después cortarlo.
"Tranquilo no pido promesas 
porque estoy convencida de que vas a mentir..."
Princesas de cuento, Vega.
 Pero sin duda, mi princesa favorita es Leia. La Princesa Leia con su traje blanco y sus ensaimadas en la cabeza. Líder y mujer de carácter. Hermana de Luke Skywalker, hija de Darth Vader. Dispuesta a empuñar cualquier tipo de arma y defenderse a ella y a los suyos.
Así es como deberíamos sentirnos siempre. Fuertes, capaces, inteligentes, estrategas, impetuosas, firmes. No deberíamos creer que para encontrar al príncipe azul tenemos que ser damiselas en apuros.

"Soy tu princesa de cuento
de esas que su palacio sigue en reparación...

De esas que ya no recuerdan
que besaron a un sapo que no dio el estirón."

Princesas de cuento, Vega.


 Por favor, demos la bienvenida a una nueva princesa de cuento, la princesa del siglo XXI. Ella no necesita ayuda, no necesita un castillo ni jardines, no tiene que tener el pelo perfecto ni saber bailar un vals, no tiene que saber montar a caballo o tener como hobbie recoger flores silvestres.
"Here we are, born to be kings
We're the princes of the universe
Here we belong, fighting to survive."

Princes of the universe, Queen.
 Sería una princesa con vaqueros en el armario, con cerveza en la nevera, con amigos, con más música que la del piar de los pájaros en el alféizar. Tendría valor y se reiría a carcajadas sin preocupación. No tendría que preocuparse por una malvada madrastra ni por ser aceptada más que por ella misma.
 "You look like
a fucking paradize...
be my princess,
me mine tonight."
Be my princess, Damien Saez.
No se sentaría a esperar que Él fuera a rescatarla. No perdería un zapato por miedo a que la vieran con su aspecto de verdad en lugar de maquillada y vestida, si se lo estuviera pasando bien no le importaría que su carroza se convirtiera en calabaza, esperaría a que abrieran el metro.
"Somedays you just wan to pass away
Somedays you feel like it's a beautiful day
Somedays you cry
Somedays you smile
Somedays are better than others
Now I dream I can fly ... "

Be my princess, Damien Saez.

No habría un beso que la salvase de ningún hechizo, porque no se dignaría a prestar atención a una arpía que la estuviera amenazando. Nadie tendría que hacerle un vestido, porque elegiría ella entre los suyos. Tal vez no tuviese unos zapatos de tacón, pero... ¿no serán incómodos de todas formas?


 La princesa que yo imagino tiene cualquier edad. 
 Es la niña que en vez de jugar a la cocinita juega con los playmobil, que no se deja engatusar por la niña mala que trata fatal a las demás y aun así la idolatran, que cree que la Barbie puede conducir el descapotable del Accion Man y él la furgoneta rosa del Ken. Es la niña que juega como quiere y no como le dicen los anuncios de la tele.

"You are my princess...
You are the one,
You make the sun shine on me."
Princess, Elton John.
Es la adolescente que no tiene miedo de ser diferente, que su pasión no es ir a las discotecas lights, que sabe que encajar en el molde social no es más que un cliché insustancial. Es la que no se calla lo que piensa, que no acepta que la traten como a una estúpida oveja más en clase, es la que quiere marcar la diferencia entre masa y unidad.
"You are my princess,
You make me smile,
You make my life seem worthwhile."
Princess, Elton John.
Es la que nunca abandona sus sueños, que defiende sus ideas y demuestra lo que vale con tan solo respirar. Ella sabe que cuando encuentre a quien quiere no tendrá que pasar ninguna prueba ni dormir con un guisante entre colchones ni decir "Te quiero" si un desconocido la besa mientras duerme.
"Now she's the princess of our times
and is hard picking up loose ends."
Princess of my mind, The Kooks.
Es la que no se deja aplastar por nada ni por nadie, da igual cómo vista o qué zapatos lleva, no considera que nadie tenga derecho a menos preciarla por ser como es, porque sabe que aun sin corona en la cabeza es mucho más que una cualquiera.
"So be yourself and dance
to the beat of your own drums 
(...) I should've asked you to be mine
and you're still the princess of my mind."
 Princess of my mind, The Kooks.
No necesita un genio ni tener hada madrina, se vale de sí misma para luchar y lograr sus objetivos. No necesita alfombras mágicas para volar, solo dinero para coger un avión.
"Ya no te tengo miedo
nena, pero no puedo
seguirte en tu viaje.
Cuántas veces hubiera dado la vida entera
porque tú me pidieras
llevarte el equipaje."
Princesa, Sabina.
Tal vez no tenga el pelo hasta la cintura, el vientre plano y la piel de porcelana, pero es perfecta sin saberlo.
 Prefiere tener que correr y esconderse hasta estar preparada antes que dejar que la traten como una inútil que necesita ser salvada. Porque sabe que puede hacerlo y tal vez lo único que necesite sea tomar aire, pensar y actuar cuando esté preparada.
"Ya sé que muchas veces sólo te uso de pañuelo.
Ya sé que no merezco vigilar tus sueños.
Tú eres mi Cenicienta."
Mi Cenicienta, Rulo y la contrabanda.
Es la adulta que sabe que si su destino se retrasa es porque tiene que salir a su encuentro. La que coge impulso y se lanza al vacío con los ojos bien abiertos. Es la que se quiere y se cuida a la vez que quiere y cuida a los demás. Es la madre, la tía, la amiga, la hermana y la prima que siempre quieres ser o tener.
"Sí me declaro en guerra dices que no entiendes de banderas."
Mi Cenicienta, Rulo y la contrabanda.
Es la anciana que cree que aun tiene mucha guerra que dar, pero que también sabe que ha hecho todo lo que quería hacer, que ha dicho lo que sentía y cuando lo sentía, que puede que nunca conociera a su príncipe azul, pero que finalmente se da cuenta de que lo mejor de todo es no haber perdido esa ilusión... porque es la travesía y no el destino lo que nos define y nos empuja un paso más.
"Cuando me siento herido, me subes a un tejado,
y allí, la vida es menos puta si estás a mi lado.
Teniendo mil razones para no estar a mi vera,
te quedas por aquí compartiendo primaveras."
Mi Cenicienta, Rulo y la contrabanda.
Todas ellas son princesas, todas nosotras podemos serlo. Solo necesitamos una cosa, algo realmente pequeño y, sin embargo, cargado de importancia, necesitamos creer que la princesa perfecta es la que nosotras diseñamos a nuestra medida. La princesa perfecta es mi madre, mis primas, mi abuela, mis tías y, por supuesto, B., E. y L.
Ahora solo me queda darme cuenta de que yo también puedo serlo.
Para todas ellas y para mí, hay un castillo y unos zapatos de cristal. Solo hay que estar atentas porque pueden estar escondidos en cualquier parte. Pueden ser unos zapatos con zombies dibujados de color verde, pueden ser un piso en Madrid, pueden ser tener una casita en un árbol, pueden ser vivir en Canadá, pueden ser viajar por el mundo... Tus zapatos de cristal son lo que tú quieras que sean.

Zapatos de cristal para la princesa perfecta...
"Tú eres mi Cenicienta, que nunca tiene prisa,
una bala perdida hecha a mi medida."
Mi cenicienta, Rulo y la Contrabanda.

¿Cuáles son los tuyos?

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