Y entonces ha pasado, yo intentaba no pensarlo bajo ningún concepto y mi madre ha decidido preguntarme por ti.
Así que he hecho lo que siempre hago cuando me pongo nerviosa... he empezado a tirar cosas al llegar a casa. Nos aferramos tanto a lo material que dejamos de lado los recuerdos intangibles. Dicen que lo que más estimula la memoria, son los olores.
El olor a palomitas me lleva a A. y su fobia a que alguien supiera que estaba con una chica, siempre me presentaba como una amiga y siempre terminábamos ocultas en el cine.
El olor a cierta colonia me hace recordar a mi abuela, incluso cuando la lleva una desconocida por la calle.
El olor a desinfectante me hace sentir segura, en los hospitales me cuidaban cuando todo me dolía de pequeña.
Pero el olor a papel y tu letra en una nota me han devuelto a un 23 de noviembre. Llevábamos tiempo siendo algo sin serlo porque te daba miedo que yo volviera a hacerte daño... y porque querías que fuera especial.
Empezó en Halloween, estábamos sentadas en un sofá rojo de un local de billares que ya no existe. Después de mucho hablar... de que me dijeras que A. te había dicho que yo volvería a hacerte daño como le hice a ella, nos íbamos a casa. Y justo antes de salir, con La vie en Rose sonando de fondo, me agarraste de la mano y me besaste. Era de noche y la luna estaba de color naranja, me sonreíste y dijiste "Será una buena señal o una mala". Muy segura contesté: buena, seguro.
Pero no lo parecía, me dijiste que no querías estar conmigo. Me decías que no podías, que tenías miedo, que ya nos habíamos hecho daño antes. Quién iba a imaginarse lo que esperabas.
Y así llegamos al día 23 de Noviembre. Fuimos juntas a nuestro sitio. El lago artificial. Había una pequeña cascada y me dijiste que lo querías todo conmigo... Aun así desde halloween hasta la ruptura, solo pasaron seis meses.
Dicen que es el tiempo el que marca y no las personas. Yo creo que alguien puede calarte en diez minutos y desaparecer durante años dejando un triste y dulce sabor en los labios.
Esta noche viendo la película basada en el libro de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray, se me ha grabado cuando dicen que el placer y la felicidad no son lo mismo. Buscamos el placer de manera constante.
Buscamos la satisfacción a corto plazo y a veces nos olvidamos de que lo que ahora nos complace, tal vez mañana no. ¿Qué es más inteligente: vivir los placeres del momento o buscar los cimientos de la felicidad futura? Es una cuestión complicada.
Y pensando en las relaciones que no funcionan me he deprimido, si la persona que más me ha querido solo estuvo conmigo seis meses, la vez que más duró de las que se intentó, ¿qué hago mal?
En esto estaba mi cerebro cuando mi pequeña hermana adoptiva, B., ha tratado de subirme el ánimo:
B.: dime que es lo que mas te gusta de ti, vamos.
Yo: mmm, mi carácter. ¿O tiene que ser físico? Porque si es físico mal vamos...
B.: no, hablo psicológicamente.
Yo: pues mi carácter.
B.: a mi también me gusta eso de ti y tu forma de tratarme y tu sobreprotección y tu forma de reir, adoro tus carcajadas.
Yo: oye no te sobreprotejo, pero a mi polluelo no se le hace nada.
B.: me sobreproteges.
Yo: ... bueno un poco, pero eso no es bueno.
B.: si lo es, para mi lo es.
Yo: claro porque tienes guardaespaldas
B.: y por eso te quiero tanto... porque contigo estoy a gusto.. no sé, como soy tan inocente, me siento "a salvo" es como tener la hermana que nunca tuve.
Yo: a mi me pasa lo mismo.
B.: ¿a que has sonreido?
Yo: un poco.
B.: ¡solo un poco! ¡Venga ya! como mínimo has enseñado un paleto (asi se llamaban los dos dientes, ¿no?)
Pensar a veces deprime, pero no importa si tienes quien te levante el ánimo. Mil gracias B., que siempre sabes sacarme una sonrisa cuando lo necesito y que entiendes mejor que nadie la diferencia entre placer y felicidad. Te quiero, pequeña.
Baby, Keep Smiling!
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