He vuelto a casa después de unos días increíbles con J.
No voy aengañar a nadie, estoy un poco asustada, no porque esté metida hasta el cuello en una relación a distancia, sino porque yo que siempre me he agobiado, que no sabía como actuar en ciertas situaciones, he cambiado.
Estoy asustada porque estoy haciendo cosas que nunca pensé que haría, porque voy y vengo sola, conozco gente nueva y porque cada día que paso a su lado siento más cosas. Cuando pensaba que no podía calarme más alguien, sorpresa.
¿Qué ha sido entonces todo lo anterior? ¿Qué significa el tiempo que pasé creyendo sentir cosas que luego no duraron ni dos telediarios? ¿Por qué antes no daba de mí ni la cuarta parte que ahora? ¿Por qué tenía tanto miedo a abrirme? ¿Porque me pueden hacer daño? Sí, pero ahora me doy cuenta de que el riesgo de verdad merece la pena.
Estoy expuesta, desnuda y siendo más sincera con alguien de lo que nunca he sido conmigo misma. Al fin soy yo misma con alguien del sexo opuesto y no me paso el día tratando de ser guapa, lista o perfecta, soy simplemente yo.
Me pasé mucho tiempo pensando que nunca confiaría en nadie del todo, que no conseguiría abrirme después de echar el pestillo hace unos años. Las cosas cambian, las personas maduran y cuanto más tiempo pasa más feliz te hacen las pequeñas tonterías y los juegos de adolescentes.
Hoy a las seis de la mañana me he despedido de él en la estación y, para variar, me he dormido llorando mientras escuchaba música y pensaba que ya no vamos a volver a estar juntos hasta junio. Aun no han pasado ni 24 horas desde nuestro último abrazo y ya echo de menos pegarme a él.
Sé que podría pasarme meses como he pasado los últimos días, que podría no pensar en absolutamente nada y reírme sin sentirme culpable por ser feliz. Por primera vez en mucho tiempo siento que alguien me aprecia tal y como soy, ni más delgada, ni más guapa, ni más callada. Y ahora me doy cuenta más que nunca que lo que piensen los demás sobre ti no sirve de nada, que cuando tú te aceptas encuentras a alguien que también lo hace.
Me gustaría poder convencer a todo el mundo de que lo más importante en la vida de una persona no son las grandes preocupaciones sino los segundos de auténtico éxtasis emocional, cuando descubres que puedes hacer reír a alguien y ves en sus ojos algo que no veías al mirarte en el espejo.
Vivimos a 4 horas, pero es como si siempre hubiera estado con él. Me parece tan extraño... es una sensación tan rara... conocerse en tan poco tiempo, conocer ciertas miradas, pensar lo mismo a la vez, respirar el mismo aire durante unos días y suspirar cada hora que se está lejos.
Pienso que con él soy directa y no me da miedo que piense que estoy loca. Digo lo que pienso y lo que me apetece en ese momento. Experimento, aprendo y crezco como si volviera a tener 16 años, como si aquella noche en Praga no hubiera existido y volviese a empezar en muchos aspectos de mi vida.
Puedo ponerme un vestido, unos tacones y salir a cenar a un sitio bonito. Pasear por el Palacio Real de Madrid o por el centro de Murcia sin que suelte mi mano.
Igual que puedo lavarme los dientes desnuda y decir, por primera vez en broma, que no me mire que me da vergüenza, cuando antes lo pensaba de verdad. Sonrío al pensar en nuestras luchas grecorromanas cuando no entra en razón y terminamos intentando imponernos entre risas.
Mi conclusión es que todo este tiempo he estadohaciendo el tonto, pero sino lo hubiera hecho igual no apreciaría igual lo que estoy viviendo ahora. Anoche me dio un ataque de risa con él por hacer cosas con falta de logística, lo pienso y vuelvo a reírme como una idiota y me doy cuenta de que no podría haber reaccionado igual con cualquiera, no podría haberme reído tanto con tanta libertad en una situación así.
En definitiva, creo que el día que dejas a un lado todo para pensar en frío y decir "Si no me trata como yo quiero, ¿por qué pierdo mi tiempo?" o cuando te das cuenta de que necesitas ponerte a tí misma antes que las opiniones que tengan de tí los demás, es cuando descubres que mereces algo diferente y que ya llegará.
Cuando menos te lo esperas, abres una puerta y ahí está, sonríe y a por todas, a veces las leonas necesitan cambiar su presa si la anterior les provoca una indigestión. Deja de buscar la presa perfecta y aparecerá metiéndose directamente en tus fauces pidiendo guerra.
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